Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Hay que detectar que algo raro pasa en el planeta:ahora terremoto en China con 600 muertos

PEKÍN. Un potente temblor de tierra de 7,1 grados en la escala Richter (6,9 para el Instituto Geológico de EE.UU.) provocó ayer, al menos de momento, 589 muertos y unos diez mil heridos en la prefectura china de Yushu, en la provincia occidental de Qinghai y limítrofe con el Tíbet. Al terremoto le siguieron al menos 18 réplicas, seis en apenas tres horas, que llegaron a alcanzar una magnitud de 6,3. Sólo en Jiegu, la principal ciudad de esta remota zona montañosa enclavada a más de 4.000 metros de altitud, se habían derrumbado el 85 por ciento de los edificios.
Pero las autoridades chinas temen que este primer balance oficial de víctimas aumente. Como el seísmo se produjo a las 7.49 de la mañana (1.49 de la madrugada, hora española), la mayoría de la gente aún dormía en sus casas y numerosos vecinos de Yushu han quedado sepultados bajo los escombros de sus humildes viviendas, por lo general construidas con madera y muros de adobe. En medio de un paisaje dantesco de caos y destrucción, las imágenes de la televisión pública CCTV mostraban a los supervivientes buscando entre los cascotes para salvar a sus familiares, y a los soldados escarbando en las ruinas con picos, palas y hasta con sus propias manos. «El problema al que nos enfrentamos es que no tenemos excavadoras. Mucha gente ha quedado enterrada e intentamos sacarlos como podemos», explicó ante las cámaras Shi Huajie, uno de los militares de la zona.
«Sólo cuatro miembros de mi familia han conseguido escapar. Uno ha muerto y el resto permanece enterrado bajo los cascotes», se lamentó a la agencia Xinhua Samdrup Gyatso, un joven de 17 años.
Lentitud en la ayuda
Con una población de cien mil personas, el pánico se ha apoderado de Yushu, adonde la ayuda humanitaria está tardando más de doce horas en llegar porque se encuentra a 800 kilómetros de la capital provincial, Xining, y las carreteras están seriamente dañadas por los corrimientos de tierra. A la lejanía y las difíciles comunicaciones se suma la nieve que aún cubre las montañas de Qinghai, donde los teléfonos han quedado cortados y se ha caído el tendido eléctrico.
Funcionando con generadores de emergencia, los hospitales están colapsados y los escasos médicos operativos no dan abasto para atender a la avalancha de heridos. Como primera medida de emergencia, el Gobierno chino ha envidado 5.000 expertos de equipos de rescate y 700 soldados, al tiempo que ha librado una partida de más de 20 millones de euros para movilizar aviones que transporten asistencia médica, comida, plantas potabilizadoras de agua, perros rastreadores, 5.000 tiendas de campaña y 100.000 abrigos y mantas.
Con el epicentro en el pueblo de Rima, a unos 50 kilómetros al oeste de Jiegu y a 200 de la línea ferroviaria que une Pekín con el Tíbet, el pavoroso terremoto se ha dejado sentir no sólo en Qinghai, sino en otras provincias cercanas del suroeste de China, como Gansu y Sichuan. La mayoría de las zonas afectadas fueron desgajadas del Tíbet histórico pero, como buena parte de su población es de etnia tibetana, el Dalai Lama ya ha ofrecido sus condolencias desde su exilio en la ciudad india de Dharamsala.