Carla Conte cuenta cómo y porqué hace lo que hace en television
Carla Conte trabaja en “una manera de hacer televisión que creía imposible”. Reconoce que colaboró con los estereotipos de la belleza femenina, pero que no es una obsesiva de la estética y dice que ser madre en el marco del parto respetado le “generó otra visión del mundo”.
Apenas termina de salir al aire con “Vivo en Argentina”, el programa que conduce de lunes a viernes en la TV Pública, Carla se cambia de ropa en unos pocos minutos, compra una botellita de agua y se dispone a la entrevista en el bar del canal. “Cuando llego a mi casa tengo que preparar la comida, bañar a mi hija, dormir, montones de cosas”, explica.
El magazine federal “Vivo en Argentina” empezó hace algo más de un año, con la conducción de Conte junto a Lalo Mir. “Me costó al principio porque es una figura muy grande pero de a poco me fui soltando, él me dio el espacio, y para fin de año, cuando se fue del programa, no me quedó otra que asumir ese lugar. Me hizo bien porque tuve que hacerme cargo de todo lo que había aprendido y de todo lo que tenía para aprender y me empecé a sentir conductora realmente”.
De la chica sexy de “Call TV” y “Bailando por un Sueño”, a la conductora distendida que se puede ver todas las tardes en el canal 7, Carla hizo un camino relativamente corto en el tiempo pero de intenso recorrido.
“Si bien es cansador hacer televisión todos los días, es el formato más relajado que he hecho, en el sentido de que no hay ningún tipo de presiones, nadie te va a estar corriendo, se puede escuchar al entrevistado, desarrollar temas, la verdad que es una manera de hacer televisión que yo creía imposible”.
-¿En qué momento de tu vida llegó este proyecto en la TV Pública?
-Hacía un año y medio que yo había decidido correrme de la televisión, una decisión que fue como tirarme de cabeza porque no sabía si iba a volver a aparecer algún laburo, lo único que sabía era que no podía seguir en esas condiciones.
Laburé hasta dos semanas antes de parir y volví a trabajar con mi hija de dos semanas. Lo pienso, lo digo y no puedo creer que haya hecho eso. Nadie me obligó. Al principio me pareció que no era tan grave y que iba a poder, pero cuando me quise dar cuenta estaba grabando mil horas, llevando a mi hija todos los días a Canal 13, que estaba empezando a gatear en un camarín de dos por dos, y ahí dije “no, esto no es lo que yo quiero para mi vida y para mi hija”. Llegué a mi límite y dejé de laburar cuando ella tenía 6 meses.
Cuando renuncié me encerré en mi casa, en pijama, y no hice nada. Obvio que en un momento necesitás hacer cosas. Ahí fue cuando apareció el proyecto de “Vivo en Argentina” y ya estaba más preparada para salir.
-¿Cómo empezaste tu carrera en la TV?
-Trabajaba de recepcionista en una casa de cambio y empecé a estudiar comedia musical. De ahí me echaron, me indemnizaron y con esa plata me dediqué a estudiar. Ya era grande para empezar una carrera artística. Tenía 20, 22 años y la mayoría de las bailarinas me llevaban mucha ventaja, pero me encantaba. Me empecé a meter, hice una publicidad, después shows en fiestas y un día vivía sola y vivía de bailar.
Me encantaba la vida de la bailarina, ensayar, audicionar, hacer teatro. Y en ese trajín de ir a casting caí en Call TV. El programa acababa de empezar, me hicieron una prueba de cámara y creo que al día siguiente ya salí al aire. Fui con el maxi escote y la mini pollera y salí. Era super caradura y no me importaba nada. No es que fui a la televisión y dije “acá empieza mi carrera”. Tenía 27 años ya, no era una pendeja. Después, en el 2006 hice el primer “Bailando por un Sueño”, que fue el primer año que se hicieron los “Bailando”.
-¿Qué te pasaba con esto de ser una chica sexy abriéndose camino?
-Si bien yo era consciente de mi cuerpo, de mis formas, el límite estaba en que todo lo que hago, si lo hago porque yo quiero, está todo bien. Todo lo que me impongan está todo mal. Siempre fue la diferencia y fue lo que pasó con el tema de cortar la pollerita en el “Bailando”. “Si ya estaban todas en bolas, ¿cuál es la diferencia?” Y yo siempre me frené con esa situación.
Si tengo ganas de desfilar en hilo dental, es mi cuerpo y es mi deseo, de ahí a que alguien venga a decirme “vos tenés que ponerte de esta manera o hacer tal cosa”, no.
Nunca me pareció más importante estar en televisión que mi vida. No armé un plan de cómo iba a hacer mi carrera. Las cosas avanzaron muy rápido. Cada vez que me paraba a pensar había pasado de todo. Es un medio que no te da mucho tiempo para pensar.
-¿Cambió esa Carla de los inicios en la TV a esta Carla conductora de la TV Pública?
-Creo que la Carla es la misma y creo que también cambió con la cantidad de cosas que fueron pasando. Con la maternidad se me voló la tapa de los sesos. La Carla que empezó sigue estando, pero hoy buscar la comodidad es mi prioridad. Tuve que hacer terapia para decir las cosas que me gustan y las que no. Me costó muchísimo.
Hoy tengo algunas cosas claras y sé que hay mundos en los que ya no tengo ganas de meterme y otro montón de cosas que sí tengo ganas de hacer. Creo que la televisión no es una sola y la comunicación no es una sola.
-¿Pensás que los medios imponen un estereotipo de mujer?
-Sí, la presión de la belleza en la mujer, sobre todo. Aunque ahora en el hombre también. ¡Y sí, que la pasen un poco mal también ellos! ¡Sí, sí, los ravioles marcados! No puede ser que a ellos todo les quede bien y nosotras vivamos presionadas con la celulitis, con las estrías, con las arrugas.
En ese sentido igual, si bien considero que tengo un cuerpo agraciado y también colaboré con ese estereotipo de belleza, no me imagino operándome ni poniéndome botox. No soy una obsesiva de la estética. También me parece que se está dando la lucha de los estereotipos gracias a que hoy los medios de comunicación son muchos. Pero igual obviamente es muy difícil.
-¿Tenés mujeres inspiradoras?
-Mi abuela Nenina. Va a cumplir 84 años y 40 de viuda. Una mujer increíble, luchadora, trabajadora. Laburó desde muy chiquita.
Mi vieja también. Su lucha por la unión familiar. Lleva 40 años de casada, cosas que a una le parecen una locura.
En mi familia tengo mujeres muy fuertes. Mi hija hoy, Mora, que vino a traerme un mundo nuevo. Desde la panza me generó otra visión del mundo, ya con la idea del parto respetado y estar trabajando juntas para su nacimiento. Y la cantidad de mujeres que me trajo ella, que conocí en ese proceso, luchadoras por los derechos de las mujeres.
-¿Cómo es lo del parto respetado?
-Yo lo que hice fue un abordaje corporal que es una preparación para poder parir. Hoy en día las mujeres estamos olvidadas de que nuestro cuerpo está preparado para parir y le entregamos nuestro parto a la medicina. Si pude gestar una vida, cómo no voy a poder parir.
Buenísimo que exista la medicina y si hay algún inconveniente lo podamos saber. Pero si la mujer desarrolla un embarazo normal va a tener un parto normal. Que puedas elegir una anestesia para no sentir dolor me parece fantástico, pero que sea elección de la mujer. Además, la cesárea es relativamente nueva. Mi abuela parió en su casa y fue todo bien.
-¿Vos pariste a tu hija en tu casa?
-Sí, tuve la bebé en mi casa, con una partera. A partir de mi embarazo y mi parto, sentí que quería dar esa batalla todos los días.
El parto domiciliario ha crecido muchísimo en los últimos años pero crece porque la violencia en las instituciones es terrible. Hay historias que son tremendas. Si yo pudiera parir en una institución de la misma manera que parí en mi casa, iría. En un ambiente de confianza, de calidez, que no me van a sacar a mi hijo para hacerle cosas innecesarias, que no me van a obligar a poner en una posición que no quiero, ni me van a decir en qué momento y a qué hora tengo que parir. Voy a hacer el trabajo de parto que tenga que hacer, dure 4 horas o 20.
Creo que el parto domiciliario es tan válido como el parto institucional. Es un derecho, tenemos que poder elegir. El parto no es una enfermedad. No somos pacientes, somos mujeres embarazadas.
-¿Pensás que los últimos años se ha avanzado en los derechos de la mujer?
-Para mí se ha modificado muchísimo. A mí me pone muy orgullosa tener una presidenta mujer, al margen de que me gusta y la respeto. Me gusta que sea la que nos representa en el mundo. Yo lo he hablado con amigas que también tienen hijas chiquitas y es cierto que nacer y tener una presidenta mujer ya te pone en otro lugar. Hoy es infinito lo que las nenas pueden soñar.
Hay muchas cosas buenas que están pasando y mucho por seguir laburando en los derechos de la mujer. En lo del parto falta muchísimo. Ojalá se pueda dar en esta gestión. Y ni hablar de la despenalización del aborto. Tenemos tantas leyes tan importantes. ¿Qué pasa con nuestro cuerpo? ¿Qué pasa que siempre el poder está atravesando nuestro cuerpo? Nos merecemos que ese debate se dé y esa ley salga ya.telam.