Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Chucho Valdés volvió al país con un show extraordinario

Al frente de un septeto de excepción, el pianista desplegó a lo largo de más de dos horas un jazz rico, variado y versátil, que es una nueva propuesta estilística de quien fuera líder de los Irakere y que, redoblando la apuesta del latin jazz, propone ahora una música de cruces donde resaltan los compases, rítmicas y texturas afrocubanas.
Un tema de Chucho puede durar 20 minutos y en ese tránsito la banda recorre distintos paisajes sonoros, cruza tradiciones que pueden ir del piano contemporáneo al canto afroamericano, de la rítmica enrevesada de los tambores a la pesada dulzura de la trompeta.
Todo puede sonar, en la banda de Chucho, con una clave propia y todo puede, al mismo tiempo, sonar junto, en un grupo que, como las mismas estructuras musicales de las composiciones que ensaya, se arma y se desarma a velocidad del relámpago a lo largo de un mismo tema cuando el pianista da la señal convenida.
Lo que arranca como un septeto se puede transformar, de pronto, en un trío de piano, bajo y trompeta o en un quinteto de congas, batería, contrabajo y piano o tener también un extenso set solista de canto y tambores.
A los 70 años y en una pletórica madurez creativa, Chucho logra una música donde caben todos los recorridos de más de 50 años de trayectoria y que puede evocar al mismo tiempo una transitada avenida de Nueva York o el canto antiguo de una lavandera en el río.
Se sabe que el mejor jazz en castellano se hace y se hizo siempre en Cuba y los Messengers de Chucho son un punto alto de esta tradición que se hizo tanto dentro como fuera de la isla y que siempre tuvo la marca de un jazz combativo, potente, incendiario, con una preciosa reverencia por la melodía y, al mismo tiempo, una furiosa adhesión a los tambores.
El concierto de ayer, que concluyó pasada la medianoche y con el teatro de pie ovacionando a los músicos, arrancó pasadas las 22 con “Misa negra”, un antiguo tema de Irakere que Chucho reformula para esta agrupación y que, con su inclusión de canto con tambores, es una llave para entender todo lo que vendrá después.
Le sigue un sabrosísimo “Danzón”, donde el grupo se desarma y rearma varias veces, con una bella trompeta a cargo de Reinaldo Melián, que es la que pone la mayor carga de la tradición jazzística de sótanos y bares humeantes.
El tema da espacio también para un piano magnífico que, siempre a ritmo, vuelva, atraviesa espacios y sonidos, vuelve a la melodía, se vuelve a perder y retorna, mientras una base estupenda de batería, bajo y percusión sostiene con solidez indestructible la marcha de este tren de la música.
Dedicado a Joe Zawinull, quien fuera líder de Weather Report junto a Wayne Shorter y a quien Vadés definió como uno de los grandes pianistas de la nueva música, llega “Zawinul`s mambo”, tercer tema del concierto y el primero del nuevo disco, que pone en primer plano por un momento a Lázaro Rivero.
Se trata de un bajista eléctrico y contrabajista similar a Ray Sugar Leonard, no sólo por el parecido físico que se adivina desde la platea sino también por una cierta manera danzística, como un bailoteo, de estar a tierra y en el aire al mismo tiempo y establecer la conexión profunda de la banda.
Versatilidad y consistencia son algunas de las manifiestas virtudes que exhiben los AfroCuban Messengers, un grupo musical casi de excepción que, además de los citados, conforman un increíble Yaroldy Robles en las congras, Dreiser Bombalé en bata y voz, el notable baterista Juan Carlos Rojas Castro y el saxo tenor Carlos Miyares, y que están a la altura de la tradición musical a la que pertenecen.
Chucho, que ayer por la tarde y antes del concierto fue declarado Huésped de Honor de la ciudad y que hoy completa sus presentaciones en el país con un concierto en Córdoba, dio continuidad a la velada musical con un repertorio que incluyó “Being to be good”, quizás el tema jazzísticamente más clásico, el afro “Yansá, con tambores y canto, un set de dos canciones con la participación de la cantante Mayra Caridad Valdés abierto con un bolero y luego los finales de “Chucho`s Steps” y “Ponte la clave” del nuevo disco y la nueva propuesta.
Se trató de una noche de excepción, de fiesta, al mismo tiempo de reencuentro y de novedad, con una música en permanente estado de exaltación, belleza y sorpresa.
Fuente: Por Pedro Fernandez Moujan,de Telam.