Con la muerte de Hugo Midón pierde el teatro argentino un insustituible creador, con humilde pérfil y enorme talento
El actor y director que fue puntal del teatro para chicos falleció este mediodía, a los 67 años, en su domicilio a causa de un tumor que lo aquejaba desde agosto de 2009. Los restos serán velados hasta las 14 de este sábado en su domicilio del barrio porteño de Palermo. br>
Midón fue sin duda la personalidad más importante en lo referido a teatro para chicos, un rubro del que Buenos Aires puede enorgullecerse en cantidad y calidad, ya que en las últimas cuatro décadas no quedó ninguna generación aficionada al género que no hubiera visto sus piezas.
Desde la inicial “La vuelta manzana”, un éxito que comenzó en 1970 y se prolongó por varias y distintas temporadas, no sólo se dedicó a escribir y dirigir, sino que sentó las bases de una escuela teatral que deja huella.
Había debutado como actor en 1967 en “Los caprichos del invierno”, del especialista Ariel Bufano, creador del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, y se caracterizó por fustigar los métodos escénicos y televisivos con que se trataba a los chicos.
Para él el infante era un ser sensible y además inteligente, razonador, al que en su formación había que darle diversión pero también respeto, por lo que su tarea, que abarcó alguna vez la TV, se volcó definitivamente al escenario.
Sin embargo, el paso por la pantalla chica le proporcionó una síntesis y un “swing” que pronto volcó a lo que más le interesaba, combinados desde luego con su espíritu inquieto y a su insobornable voluntad de ser auténtico con el público menudo.
Sus piezas tenían y seguirán teniendo la característica de encantar también a los mayores, siempre a fuerza de interés, belleza y una concepción que entendía el teatro como una fuente de placer y juego.
Hasta los títulos de sus obras eran anzuelos para el interés: “Narices”, “Vivitos y coleando”, “Locos re-cuerdos”, “Cantando sobre la mesa”, “El imaginario”, “Popeye y Olivia”, “Huesito caracú”, “Stan y Oliver”, “Derechos torcidos” y “Pajaritos en la cabeza” tuvieron la garantía de su efectividad, sostenida siempre por la música de su amigo Carlos Gianni y elencos certeros.
Midón eligió intérpretes como Alberto Segado, Perla Szuchmacher, Omar Calicchio, Diego Reinhold, Cristina Moix, Roberto Catarineu, Carlos March, Andrea Tenuta, Gustavo Monje, Florencia Aragón, Fabio Posca, Ana María Cores y Divina Gloria.
En 1984, los intérpretes de “Narices” -March, Tenuta y Catarineu- se sorprendieron sobre el final de una función cuando un imponente caballero italiano llegó a camarines para felicitarlos: era Vittorio Gassman, por entonces en gira en Buenos Aires, en compañía de una nieta.
“En la Argentina no se puede hablar de teatro para niños sin hablar de Hugo Midón”, resaltó el músico Gianni en conversación con Télam, antes de referirse al cuadro que empujó a la muerte a su amigo: “A Hugo se le declaró un tumor en agosto de 2009 y desde entonces era esperable para todos este triste desenlace”.
En 1982 Midón formó el Centro de Formación Teatral Río Plateado, donde fue director y docente, y a lo largo de su extensa trayectoria se hizo acreedor de los premios Premios ACE, Argentores, Podestá, Teatro del Mundo, Clarín y Konex, algunos de ellos en más de una oportunidad.