Cordera, el castigador
Gustavo Cordera está convencido de que La Caravana Mágica viene a patear el tablero. Acaba de salir el Volumen 2, y su convicción sobre el resultado del disco supera la experiencia de los anteriores.
“Se está metiendo en la gente”, asegura. “Yo hice un disco como Suelto, que la gente no lo entendió, y te van a ver cincuenta personas. Te la tenés que bancar”, dice.
Hablo de la relación entre los músicos o bandas de rock y el público en la Argentina. Creo que es ahí donde somos caretas. Cuando somos esclavos de la mirada del otro. Cuando artísticamente no hacemos lo que sentimos y hacemos lo que el otro necesita para que esté con nosotros comprándonos los discos, viniendo a los conciertos. Cuando decimos lo que el otro necesita escuchar, somos careta. Cuando no somos valientes de expresar lo que sentimos aunque al otro le moleste, somos careta. Y eso hace que tu música se empobrezca.
Es muy difícil meterse hoy en la cabeza de Calamaro, con sus problemas. Pero lo que sí sentí es una especie de compasión. Y traté de ponerme en su cuerpo, en su piel. Y me dio compasión, eso. Y… es un acto de provocación. Él también es un provocador. Y la verdad que lo hace muy bien. El problema son las personas que se hacen eco de eso y lo toman tan en serio y se preocupan.
Totalmente. Yo nací en el Docke, en Avellaneda. El nació en Barrio Norte. Eso es algo que está en la sangre de cada uno. A él le falta barrio. No por eso no puede ser que tenga un montón de experiencias de vida y todo, pero la de matón y carcelario no le queda bien. Es un nene de mamá.