Una creación periodística de Luis Pedro Toni

DE LA CAMA A BASILE A LA NUEVA CAMA PARA MARADONA

Cuando Argentina perdió con Chile en Santiago el gran culpable de todo fue Alfio Basile, quien horas después tuvo que renunciar porque no encontraba respuestas en sus jugadores e insinuando, sin decirlo, que le había tendido “una cama” para que asuma Maradona.

Esa noche en Santiago de Chile el seleccionado argentino jugó uno de los peores partidos de su historia.

Siguiendo la misma línea, cuando el seleccionado argentino perdió este miércoles pasado con Paraguay, jugando mal también, el máximo culpable pasó a ser Maradona.

Resulta curioso que casi con los mismos jugadores los únicos culpables de la debacle del seleccionado argentino sean los técnicos. Sólo Gabriel Heinze recibe una reprobación pareja de parte de todos. Y se le sumó Lionel Messi, porque todos esperan más de su talento natural.

En los últimos años, con José Pekerman, Basile o ahora con Maradona, no hay mayor diferencia con los esquemas tácticos, pero si coincidencia en los nombres de quienes ocupan esos esquemas.

Sin embargo, la culpa es sólo de los entrenadores, según la mirada parcial de muchos.

Se discute si debe ser citado Gonzalo Higuaín, si Juan Román Riquelme, quien renunció al seleccionado y ahora se arrastra por la cancha con la camiseta de Boca, debería estar. Y del resto nadie dice nada.

Pero Maradona en este momento dejó de ser víctima de críticas, que tiene y muchas para que se las hagan, para ser el blanco de un ataque por cuestiones que van más allá del fútbol.

La presencia de Maradona en Ezeiza, el día que se oficializó el acuerdo entre el estado nacional y la AFA por la transmisión de los partidos del fútbol argentino, al técnico del seleccionado argentino algunos no se lo perdonarán.

El mal partido del seleccionado argentino ante Paraguay y la derrota con Brasil, más el riesgo de quedar fuera del mundial de Sudáfrica, alteraron los ánimos de la gente y todos le apuntaron a Maradona.

Cuando Télam le preguntó a Maradona en Asunción como soportaría las críticas, el técnico respondió con tranquilidad, pero firmeza, que ya estaba acostumbrado a estas cosas y que lo vivía desde los 15 años.

Quizás Maradona no imaginó en ese momento lo que se venía, porque una cosa es criticar su falta de plan táctico, de que hace los cambios bien o mal, y otra es llegar a decir que la solución a todos los problemas es su renuncia o destitución.

Seguramente Maradona cometió errores, sigue confiando en algunos jugadores que en el seleccionado argentino no rinden y que ya con Basile como entrenador daban vuelta sin sentido dentro de la cancha.

En estos días se escribió, se escuchó y se observó como se afirmaba sin pudor que Maradona no hablaba con los jugadores, que en el entretiempo no daba indicaciones y demás cuestiones, todo para dañarlo.

Basile, el entrenador anterior del seleccionado argentino, llegó a no ir a entrenamientos del equipo, como pasó en Estados Unidos, y nadie lo catalogó de “vago” como pasa ahora con Maradona por no trabajar con los jugadores en doble turno.

Pero las críticas a Maradona buscan también, en gran parte, apuntarle al presidente de la AFA, Julio Grondona, sobre todo luego de la decisión de dar por concluido el contrato con la empresa que televisaba el fútbol en forma exclusiva.

Maradona, por aplaudir esa tarde en Ezeiza, también está pagando los supuestos “platos rotos” y se lo están haciendo saber sin ningún pudor.

Está claro que todo lo que rodeó la llegada de Maradona al seleccionado y como continuó no es claro, no está conformado el cuerpo técnico, se habla de nuevos o viejos ayudantes de campo.

Lo cierto es que el camino al mundial de Sudáfrica se está transformando en un calvario dentro y fuera de la cancha y el blanco hoy es Maradona, quien pasó de ser “Dios” a ser el “Diablo”.

Claro, si el seleccionado argentino se recupera, gana los partidos que le quedan y clasifica para el mundial, Maradona volverá a ser el “gran motivador”, el mejor de todos los tiempos y todo volverá a la supuesta normalidad, hasta que una derrota desate otra hecatombe. Carlos Juvenal, Telam.