Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Denuncian al programa conducido por CatherineFulop por “degradar” la imagen de las mujeres

El Observatorio de la Discriminación en Radio y TV analizó el programa “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”, conducido por Catherine Fulop y emitido por Telefe.

El “docureality” comenzó dando a conocer a cinco solteros que, acompañados por sus madres, buscan al amor de su vida. En la conjunción de sendos intereses no faltarán desacuerdos y diferencias de criterio entre las señoras y sus descendientes. Semana tras semana y a través de encuentros, charlas, salidas y actividades diversas, los solteros irán conociendo a sus diez pretendientes y enfocándose en aquella gente con la que tengan mayor afinidad.

Según el análisis del Observatorio, el programa “se apoya en una serie de estereotipos de mujer. Las jóvenes deberán cumplir un espectro de roles: cocinera, cuidadora, objeto sexual, madre. Mientras tanto, la madre del candidato cumple con el estereotipo de suegra mala y competitiva con temor a ser desplazada por una nuera. Como no podía ser de otra manera y en esto se basa en gran parte el programa, la relación entre ambas será de rivalidad; hecho que potencia la imagen de la amistad entre mujeres como una relación signada por la competencia y el egoísmo“.

Según la entidad, uno de los hechos que más reclamos disparó fue que los hombres tomaran una foto a cada participante para que formen parte de un muestrario o catálogo de las candidatas, que constituirán una herramienta en la eliminación de las mismas. Esas anotaciones funcionan como CV donde lo que importa fundamentalmente son las características físicas. Si el aspecto físico de las candidatas no fuera del total agrado del participante y de su progenitora, el mismo podría “corregirse”, incluso mediante cirugías estéticas.

“Éste es un punto central, porque en la primera emisión, después de las presentaciones relatadas, se realiza la eliminación de tres de las diez participantes. Un adelanto de la próxima entrega nos muestra que las siete chicas seleccionadas, junto a Máxima, acuden a una esteticista. Ese fragmento es uno de los que generó mayores reclamos del público que se comunicó con este Observatorio ya que allí se expone a las jóvenes en ropa interior marcándose en sus cuerpos aquello que debería ser extirpado y corregido. No todas las jóvenes acuden complacientes a esta consulta médica”, indica el Observatorio.

“No sólo se somete a las jóvenes a un tratamiento como meros objetos sexuales, descalificando las habilidades socioculturales que pudieran tener, sino que además se apela a un único modelo físico al cual puede accederse incluso a través de intervenciones. Las mujeres serán descartadas por no cumplir con el ideal: por su edad, por tener el cuerpo intervenido con tatuajes y/o piercings y claro, por no ser lo suficientemente esbeltas“, agrega el análisis.

Pero los candidatos tampoco se salvan: “El programa también asigna roles establecidos a los varones, quienes carecen de autonomía y estarían sometidos a su progenitora; una madre excesivamente controladora”, analiza el ente gubernamental.

En conclusión, “el programa reproduce estereotipos de género que descalifican y degradan la imagen de las mujeres, ubicándolas sólo como objeto de deseo para ser compradas y/o como consumidoras exclusivas de determinados servicios económicos que son ofrecidos por un varón“, dice el texto publicado en la web de la entidad, y agrega: “cuando se expone el cuerpo femenino como objeto consumible se fomenta una sexualidad masculina basada en la dominación y en la violencia simbólica, en tanto ésta se define como una manera de reproducir, instalar y legitimar las relaciones de subordinación y poder que circulan en una sociedad”.

Además, consigna que “las pruebas y los modos a los que se somete a las y los participantes reproducen un mensaje patriarcal que debería ser desterrado en tanto enaltece un único modo de ser mujer en detrimento de las distintas personalidades de las candidatas, desconociendo incluso sus derechos como sujetos integrales y desvalorizando la imagen de los varones”.

El Observatorio aconseja “promover la diversidad para cada uno de los géneros, que considere las nuevas realidades vividas por muchas mujeres y varones”. También, “evitar posicionar a los personajes femeninos en relación con los masculinos, en un lugar de inferioridad y dependencia, sin voluntad, pasivas y sumisas o convenidas, frías e interesadas”, y “no situar a los varones únicamente preocupados por el sexo o por encontrar una mujer que les cocine y los atienda como su madre”, así como “evitar asignarles exclusivamente a las mujeres roles de limpieza, cuidados y alimentación familiar y el dominio del ámbito de lo privado mientras queda como privativo de los hombres el espacio de lo público, del saber y de la autoridad“, entre otros.