Desbordante espectáculo dramático ofrece Mamma Mia en el Opera
El trabajo dramático del elenco argentino en el musical “Mamma mía!”, que se estrenó en el Opera, convierte a las canciones del grupo sueco Abba en textos cantados, que visitan durante casi dos horas los sueños y los vínculos amorosos de quienes inauguraban su juventud a fines de los 70 y principios de los 80.
Tres mujeres: Marisol Otero (Donna), Silvana Tome (Rosie) y Gabriela Bevacqua (Tanya) en los roles protagónicos dominan la escena no sólo desde la alegría de exhibir sus voces impecables y sensibles, sino también desde el orgullo de poner el cuerpo a la trama, burlando los mandatos actuales que igualan belleza a juventud permanente y delgadez.
Las letras de las canciones de Abba están traducidas al castellano casi por completo y levemente modificadas, lo cual en algún momento las vuelve poco reconocibles, sensación que desaparece rápidamente porque la fuerza de lo actoral las acerca y las hace sonar familiares.
El trabajo dramático de los distintos miembros del elenco se impone sobre el preciosismo vocal, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los musicales en la Argentina, así el canto que colorea las canciones se pone al servicio de lo narrativo.
La historia se desarrolla en una posada perdida en una isla griega donde Donna, una mamá otrora rockera no comprende porque su hija Sophie (la sutil Paula Reca), de veinte años, quiere casarse y la boda se torna casi una obsesión para esta joven quien creció sin haber conocido a su padre.
La magia de la comedia musical hace que los tres papás posibles de la joven estén presentes finalmente en el casamiento, casi una excusa dramática para que los experimentados Diego Bros, Germán Barceló -en emotiva composición- y Mariano Musso muestren su talento al disputarse la paternidad.
La intensidad de las escenas jugadas al son de los hits del grupo pop sueco como las eternas “Dancing Queen” y “Super Trouper” a veces subraya el conflicto y en otros momentos lo dulcifica, en una puesta que respeta el original pero lejos de perderse en sofisticaciones técnicas privilegia la entrega del elenco.
Más de 800 artistas se presentaron a las audiciones nacionales para participar de esta pieza, escrita por Catherine Johnson que viene hechizando al público desde su estreno en Londres en 1999 y ya fue disfrutada por más de 50 millones de espectadores en el mundo y hasta fue traducida del inglés al chino mandarín.
La energía desbordante se despliega durante casi dos horas -con un intervalo de 15 minutos- y alcanza su punto culminante sobre el final cuando la alianza entre el público y los intérpretes luce monolítica y nadie permanece quieto en su butaca.
Las potentes coreografías ganan brillo gracias a un ensamble de jóvenes que transitan cómodos por el teatro musical en una obra que deviene una suerte de viaje rico en guiños cómplices -diarios íntimos, posters, pequeñas coreografías- rescatando ciertos códigos de una generación que amó bailar sus alegrías y sus miserias.Las funciones comienzan a las 20.30 y posteriormente tendrá funciones de miércoles a domingos en el Teatro Opera (Corrientes 860).
Laura Ferré,telam.-