En la cancha de River manda Roger que revivió la leyenda de la vieja pared con sentida dedicatoria
Desde las 21.15, cubierto por la admiración de una multitud integrada por unos 60.000 espectadores y con los acordes de “In The Flesh?”, el otrora líder del mítico grupo Pink Floyd dio inicio a la velada inicial de su espectacular “The Wall Live” en la Argentina.
En cerca de 140 minutos y 28 canciones presentadas en dos segmentos pero, fundamentalmente en una puesta descomunal y grandiosa capaz de rozar lo legendario de la obra visitada, Waters fue capaz de traducir con emoción los postulados éticos, estéticos y políticos del álbum editado en 1979 y hecho película tres años después bajo las órdenes de Alan Parker.
Semejante demostración de producción y artificio conmovió a un público heterogéneo que sabía iba al encuentro de un espectáculo de una magnitud infrecuente, aún en los actuales tiempos de la industria del entretenimiento.
Por ello y ataviados con remeras que mostraban distintas portadas de los álbumes de Pink Floyd, los espectadores llegaron al estadio del barrio porteño de Núñez para vivir una fiesta en la que la luna llena colgando de un cielo oscuro, pareció integrarse mágicamente al clima.
Canciones de Soda Stereo, Rolling Stones y Led Zeppelin matizaron una espera que, cerca de las 21 y con la melodía de “Imagine”, de John Lennon, desató un coro generalizado y el despliegue de diversas olas humanas en distintos sectores de la cancha de River.
En la que está siendo su tercera visita al país, Waters dio inicio al show con “In The Flesh?”, canción que remató su puesta con la caída de un avión sobre escena generando una sonora explosión que comenzó a mostrar las espectaculares cartas puestas en juego.
Se trató de una performance conceptual y una deslumbrante puesta audiovisual para acercar al presente una ópera rock encarada con la más alta tecnología que siguió a pie juntillas el programa original del disco que Roger registró junto a David Gilmour.
Un fuerte contenido político sustentado en un mensaje antibélico dominó la escena de alto impacto, enmarcada por un simbólico muro quebrado a la mitad –de 76 metros de largo por 23 de alto, cuyos trozos laterales sirvieron como pantallas y se apoyaron con otra parte circular de la escena- que transmitió el mensaje del disco más vendido de la década del setenta.
“Buenas noches Buenos Aires. Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, de los muertos y de los torturados.
Los recordaremos”, saludó Waters en un español tan correcto como sentido.
Fue parte del recibimiento brindado que luego sumó a la música, proyecciones, marionetas gigantes y fuegos artificiales como parte de un concepto estudiado al dedillo.
Tras el concierto de hoy Waters, quien hacía cinco años que no se presentaba en Buenos Aires, regresará al Monumental mañana, el 10, el 12, el 14, el 15, el 17, el 18 y el 20 de este mes para así dar forma a una seguidilla de recitales que lo convierte en el artista con mayor poder de convocatoria de todos los tiempos superando las marcas que ostentaban Los Rolling Stones y Soda Stéreo.foto telam