Héctor Olivera dijo que de joven le obsesionó la figura de Botana y por eso hizo el film El Mural
El cineasta argentino Héctor Olivera posee una extensa trayectoria en el cine argentino, donde produjo más de cien largometrajes y dirigió o codirigió 23 películas, entre ellas “La Patagonia Rebelde” y “No habrá más penas ni olvido”, premiadas con sendos Osos de Plata en el Festival de Berlín, en 1974 y 1984. A los 78 años, Olivera, apuesta una vez más a filmar un relato de alto impacto, inspirado en la historia argentina. Se trata de “El Mural”, ambientado en los años 30 del siglo pasado, que relata la temporada que pasó en Buenos Aires el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros para pintar el mural “Ejercicio Plástico”.
Del rodaje, de cómo se gestó el guión y de su impresión sobre qué debe ser el cine, habló con ANSA el director de “La noche de los lápices”.
-¿Qué lo atrajo de ese período de la historia argentina? -Cuando tenía 19 años -hace 60- trabajaba en los Estudios Baires como asistente del productor Eduardo Bedoya, que había sido administrador y mano derecha del periodista Natalio Botana. Durante muchos años, en los almuerzos, Bedoya nos contaba a los empleados historias de Botana, del diario Crítica, de su esposa Salvadora Medina Onrubia y de sus hijos. Uno de ellos, Elvio, frecuentaba el estudio y nos hicimos amigos. Así que, desde mi más tierna juventud tuve a los Botana en la cabeza. -Pero la historia de los Botana es mucho más extensa… -Sí claro. Cuando en 1956 formamos Aries con el cineasta Fernando Ayala, siempre hablábamos de filmar sobre esta familia, pero era imposible, porque su historia abarcaba por lo menos cuatro épocas de vestuario y utilería, en un país donde no hay nada. El proyecto quedó postergado hasta que leí “Confieso que he vivido”, de Pablo Neruda, donde relataba que había estado en la fiesta de inauguración del mural, en la quita Los Granados, y allí, en una torre, había tenido sexo con la esposa de Siqueiros, Blanca Luz Brum, mientras el español Federico García Lorca le hacía de “campaña” (vigilante). -¿Así nació el proyecto de “El Mural”? -Me di cuenta de que tanto Siqueiros como Blanca Luz eran dos personajes fascinantes. Y ni hablar de Botana y Salvadora. Así que tenía cuatro personajes protagónicos y un co-protagónico, que era Neruda, para contar esta historia. Si bien cada uno de ellos merecería un largometraje, por su vida tan azarosa, decidí reunirlos en ese período en que se gesta el mural “Ejercicio Plástico”. Eso me permitía ceñirme a un tiempo y un lugar, algo muy importante para un cineasta ortodoxo como yo, al que no le gusta romper con el cartesianismo que caracterizó a todas mis películas. -Si bien tuvo que acotar un período para filmar, hay ciertos capítulos de la historia que en el filme están resumidos a partir de diálogos irónicos… -Como el comentario del entonces presidente Agustín Pedro Justo, que tras el asesinato del senador Enzo Bordabehere en el recinto del Senado, le dice a Botana: “Esta no es una dictadura, yo no soy (José Félix) Uriburu, este es un gobierno democrático, no me pueden matar a los senadores”. -Si tuviese que elegir un tema actual, social o político, para escribir un guión, ¿en qué pensaría? -Realmente no lo sé. Porque la televisión hoy destruye todo. Yo dirigí en 1993 la película “El caso María Soledad”, que recreaba un resonante caso policial ocurrido en el interior del país, sobre el crimen de una joven, que tuvo gran repercusión por las vinculaciones con el poder de los culpables. Cuando la pudimos estrenar, la gente estaba harta de ese caso porque la televisión había quemado el tema, hasta haciendo esos ridículos docu-drama para recrear el momento del crimen. -¿Cuandó nació su vocación por el cine? -Cuando tenía 15 años ingresé al estudio y estaba convencido de convertirme en director de cine. Y lo logré, pero 25 años después, cuando ya había vivido lo suficiente. No como esos chicos de ahora que con 20 años, tienen un diploma de cineasta y ya quieren hacer su primera película…me parece poco serio. -Antes decía que es ortodoxo en el cine. En los últimos años se da una discusión en el ámbito de la crítica sobre cómo debe ser el cine argentino: ¿independiente o comercial? -Rechazo esa diferencia y no creo el cine comercial. Acabo de hacer una producción costosa, pero detrás de ella no está la Coca Cola. Además, ¿cómo se defiende el cine independiente?¿cuántas películas más puede hacer Lisandro Alonso (uno de los representantes del llamado Nuevo Cine Argentino, Ndr) con escenas interminables sobre un leñador caminando por el bosque?. Cuando “el negro” y “la gorda” (personajes populares, Ndr) van al cine, no esperan ver al Dogma Danés (corriente surgida a mediados de los noventa, caracterizada por la filmación con cámara al hombro, Ndr), sino distraerse, divertirse un poco. MZ-ANSA