Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Juan Román Riquelme anunció que se va de Boca

Con dos goles de Emerson, el “Timao” venció por 2 a 0 e invicto se consagró por primera vez en su historia. El equipo “xeneize” nunca encontró su juego y perdió merecidamente.

Fue un final inesperado. Impropio de una carrera enorme en la que su clase iluminó canchas de diferentes continentes. Juan Román Riquelme, con 34 años cumplidos el 24 de junio, decidió irse de Boca el día en que perdió la chance de conseguir su séptima Copa Libertadores. Y su nivel estuvo claramente por debajo de los días de magia. “Me siento vacío y no tengo más nada para darle al club”, afirmó ante los periodistas reunidos en la madrugada en el Pacaembú. Y no confirmó si seguirá jugando al fútbol.

Los rumores sobre una decisión drástica de Román empezaron a sobrevolar durante la tarde. Nadie desmintió la posibilidad de una partida de Boca: ni el presidente Angelici primero, ni el DT Falcioni después. La historia, así, aunque no confirmada, siguió latente durante toda la oscurísima noche del equipo de Falcioni.

Román dio al final del partido otra señal de que era la noche del adiós: saludó a cada uno de sus compañeros al final del encuentro, mientras el Pacaembú estallaba por el festejo de los hinchas locales. El 10 parecía abstraído de todo, como en tantas oportunidades en que se convirtió en un enorme estratega dentro de la cancha más allá del clima que lo rodeaba.

Ya no se volverá a ver con esa camiseta azul y oro su toque distinguido. Ese que arrancó en las inferiores de Argentinos y disfrutaron sobre todo los hinchas de Boca en sus dos pasos en el club, de 1996 a 2002 y de 2007 a 2012, con tres Libertadores y una Intercontinental, además de cinco torneos locales. En el medio fue su etapa europea, nada menos que en el Barcelona (2002/03) y el Villarreal que llegó a semis de la Champions, de 2003 a 2007.

“Amo a este club y voy a estar siempre agradecido, pero no puedo jugar a la mitad. Yo soy hincha, amo a este club. Y voy a morir bostero”. Fue la sentencia de la despedida para un jugador que marcó a fuego la historia de Boca.