La carta de Facundo Arana
Para los que les gustan las cosas concisas, estoy en Kathmandhú. Reapareció y me corrió hasta acá el edema de pulmón que, cuando volvió, no hizo más que empeorar, y el de cerebro, que no hizo más que fortalecer su posición. ¡Para abajo! Dos vuelos en plan evacuación Inmediata ordenados por los médicos de Pheriche y de Lukla.
Ya les contaré detalles de la odisea que me trajo hasta acá. ¡Realmente lo fue! Mientras tanto, el ascenso, por recomendación de los médicos, se terminó para mí. Y, después de dos intentos, y de saber lo que les pasa a los escépticos, sé que es momento de parar la pelota. Aquello de que Everest es mucho más que una montaña muy alta, va tomando una forma que era desconocida para todos. A partir de acá el relato, lejos de terminar, se transforma en varios.
En principio, el camino de la bandera, que seguirá su ascenso con los chicos. Pablo, que merece mención especial de compañerismo y amistad, subirá pasado mañana. Y yo, tengo tantas fotos que cuentan tantas cosas de este lugar, que me dedicaré a ordenarlas. ¡Un abrazo grande a todos!. Estoy muy bien… Soy el tipo más afortunado del mundo.