Una creación periodística de Luis Pedro Toni

La chica de las gambas locas en el programa de Pettinato

Esta nota comienza con un alto grado de defraudación. Josefina “Piernas” Pouso defrauda a las feministas, a los varones y a las doñas Rosas del mundo. En ese orden y en veinte minutos de charla, la morocha se encargará de liquidar creencias (cuando no, prejuicios) que se tejieron alrededor de su popularidad, que llegó de la mano de su rol como panelista en “Un mundo perfecto”, el programa que conduce Roberto Pettinato. Antes, la modelo había participado de la experiencia fallida que fue “Duro de almorzar”, el programa que sobrevivió apenas tres meses al aire. “No tomo este presente como una revancha. Trato de no pensar las cosas de manera negativa. Cuando me llegó la oportunidad de estar en el programa lo viví como una nueva posibilidad de encauzar mi carrera, una chance que no todos tienen”, dice, y estas palabras serán lo más cercano a una declaración de casete que propondrá en la charla. “Fue un cachetazo terrible que anímicamente me hizo pelota”, reconoce con honestidad brutal en un universo que hizo de la premisa “el show debe continuar” un culto.

“Piernas” asumió un papel como panelista hot que enloquece al conductor en un cruce y descruce fatal de piernas, y que hace su juego cada vez que Pettinato lo requiere. De ahí el apodo y la simplificación del conductor, que la bautizó con esa metonimia anatómica.

Pouso hace gala de su cuerpo y de sus años como modelo publicitaria para seducir a mansalva. Y tanto impacto generó su personaje que, para los extraños, se llama Josefina “Piernas” Pouso. O “Piernas” a secas. “No va a durar para siempre esto, porque a mi edad (los treinta y pocos) la gravedad empieza a funcionar”, analiza con una lógica que poco tiene que ver con una femme fatale. Respecto de su pasado como modelo publicitaria simplemente dice que se hartó de comer lechuga.
Es el recorte de su identidad lo que ofende a varias mujeres, que no pueden digerirlo. Lejos de ver cierto rasgo machista en el conductor del programa, cargan las tintas contra la panelista. Para todas ellas, la primera defraudación. “Chicas, es un juego que no va a durar para siempre –aclara–, abajo de la pollera tengo un calzón de mi novio, si no me mata. Que quede bien en claro: es-un-jue-go. Todas tenemos una perra adentro, si no, piensen cuando tienen relaciones con su pareja, nadie, en ese momento, es una doña Rosa con ruleros”, ríe, y en un uno-dos demoledor, defraudó no sólo a quienes se ofenden por su rol, si no a una legión de televidentes babosos.

Sí, Josefina Pouso convive desde hace un año y medio con Javier, que nada tiene que ver con el mundo del espectáculo, y a quien considera un cable a tierra. Trabaja en una empresa de electricidad, entrena, pasea los perros. Suena bastante parecido a un tipo normal. “Cuando se me suben los humos es el encargado de bajármelos enseguida”, afirma.

–Ejemplos, quiero ejemplos.

–La otra vez llegué a casa y le dije: “Gordo, llevame a cenar”. Y él me respondió que por qué no íbamos a jugar al bowling. Le dije que sí y terminamos tomando clases de ¡música country! con un montón de parejas de ancianos. Por eso –entre otras cosas– lo amo.

De pronto la conversación se convirtió en un juego, que se podría llamar “Derribando mitos”, “Combatiendo prejuicios” o “Defraudando al entrevistador”. Es que el hecho de ser la nueva niña mimada en pantalla de Roberto Pettinato podría generar la fantasía de que entre ellos pasa algo. “Piernas” se lo toma con soda, con una calma envidiable. “Dona Rosa: piense lo que quiera, igual lo va a hacer”, dispara. Dice que egresó de un colegio de monjas y que tiene tres hermanas mujeres, entonces la mirada crítica femenina no es una novedad. Pero le resta importancia; jura que hace lo que quiere sin importarle el qué dirán, porque está muy segura de sus valores y principios. “La verdad es que no tuve nada con Roberto Pettinato; pero si tuve, ¿qué?”, pregunta.

–Si tuviste contame porque es un notón.

–No, no tuve. Soy consciente de lo que se puede decir –y de hecho se dice–, pero no me importa. Igual el rumor se desparrama, porque hay mucha gente que disfruta con los chismes. Si no me vinculan con “Petti”, dicen que estoy con el dueño del canal América o con cualquiera que tenga un poco de poder. Doña Rosa: piense lo que quiera.

–¿Y tu novio qué dice?

–Los quiere cagar a trompadas a los que inventan pavadas. Le sale el macho de adentro.
Instalada en un programa que este año marcha bien, en horario central y con una audiencia más que aceptable, se permite definir a sus compañeros de programa.

–Nacho Goano.

–Es un tractor. Siempre está de buen humor. Llega con su vozarrón y contagia buena onda. No importa el momento que le toque vivir, siempre va para adelante.

–Roberto Pettinato.

–Es un chico en cuerpo de grande. Si quiere algo, no para hasta conseguirlo. Si es bueno y se le metió en la cabeza que lo tiene que tener, tiene que ser ya. Lo mismo con lo malo.

–Amalia Granata.

–Tuvimos algún encontronazo, pero ya lo superamos. De ella puedo decir que sabe bien a dónde va, y no mucha gente lo sabe. Es muy determinada y sabe cómo hacer para conseguir lo que quiere.

–¿Vos no?

–A mí me costó más darme cuenta. Vengo de la publicidad, del mundo del modelaje. Ella sabe bien qué quiere. Siempre lo supo.Por Mario Fulco,El argentino