Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Los huecos y distancias son los temas centrales de la peli que ganó el oro y la plata en Mar del Plata

Milagros Mumenthaler dice que lo íntimo es nuestra única certeza. Lo dice explicando las motivaciones que la llevaron a su debut en largo, Abrir puertas y ventanas, pero además eso es lo que filma: huecos y distancias y silencios que responden a una motivación que sólo puede ser íntima. La tentación de contraponer esta versión del cine y de la vida con casi todo lo que la rodea es enorme, pero Abrir puertas y ventanas no lo merece ni lo necesita, porque pasa por la vida del espectador como la revelación de, sí, una intimidad: ese momento en el que alguien te cuenta algo y te deja temblando. La película nos cuenta una pérdida dentro de otra dentro de otra. Marina (21), Sofía (20) y Violeta (18) son hermanas y viven en una casona en la que falta algo: Alicia, la abuela que murió hace poco y que seguramente dedicó buena parte de su vida a tapar otros huecos, a disimular otras ausencias. La pérdida y sus resonancias son los motores que mueven a las hermanas en direcciones que son distintas y son la misma: futuros de un pasado imperfecto.