Miguel Ángel Solá: Esto es lo que soy
Miguel Ángel Solá: Esto es lo que soy
-¿Cómo te definirías? ¿Actor, cómico, maestro?
Soy actor. Cómico acaso un rato, en el escenario. Maestro es una palabra grande, no llego a abarcarla ni con el pensamiento.
– Después de todos estos años de carrera, ¿de qué te sentís más satisfecho?
De haber dejado todo en cada personaje. Nunca he sido un cómodo; jamás me burlé ni tomé en broma este sentimiento enorme que es ser actor. Lo he logrado pese a una mala salud que a veces me lleva a comprender esa palabra tan poco joven: desasosiego. Pero he seguido peleando. A veces, en días desesperados, no paro de rumiar que no he hecho nada bien. En días buenos, días de sol en mis adentros, siento que he elegido ser libre y honesto y valiente, y tener criterio y vuelo propio. No he copiado a nadie, eso sí lo reconozco siempre.
-¿Cuál es tu sueño? ¿Cuál es tu mayor miedo?
Seguir creyendo hasta morir que vivir no es en vano, que la vida de uno -poca, media, mucha cosa- es útil, sirve, es mi sueño despierto de todos los días. Sentir cada vez más miedo sería mi mayor miedo, pero por ahora le impido el paso. El miedo es injusto con la vida, arrincona y destroza al amor, te mina el ánimo y te enferma el cuerpo.
– ¿Alguna vez has pensado en dejarlo, hacer otra cosa?
No lo he hecho, y ya es tarde para cambiar si se me ocurriera. Esto es lo que sé, esto es lo que soy.
– ¿Qué olor te lleva a la infancia?
El olor a tierra y pasto después de la tormenta. Los libros viejos, el lápiz al que acabo de sacar punta hace nada.
– ¿Qué te debe la vida?
Yo le debo todo. Mis ambiciones son nada al lado de los miles de momentos que la vida me ha regalado.
– ¿En qué no creés?
En las historias del famoseo. Eternas “minutas” que se intercambian sin lavar el plato; simpáticos de mierda mientras la fugacidad del dedo del poder les cabe, asesinos del espíritu del humano posible. Androides, falaces, basuras disfrazadas de glamour, reciclables por más de lo mismo. No creo en esas historias que ocupan los cerebros ya perdidos. Ni en los indecentes que las inventan, ni en el pan que se llevan a la boca que ojalá tenga el mismo gusto de sus invenciones.
– ¿Qué te desarma?
Ver en los ojos de mi mujer el amor cambiante y renovado, que siempre está.
-¿Qué cosa se ha dicho de vos que te haya causado más gracia?
Que soy, junto a Darín, el mejor actor argentino.
– ¿Qué título le pondrías a esta etapa de tu vida?
La de todo mi libro: Yo soy.
-¿Qué te trajo a España?
Las amenazas de muerte a mi hija de dos años. El cerco del no trabajo se podía aguantar creándolo, como siempre. Lo que no podíamos era vivir pensando en esos hijos de puta que en la sombra decidían la suerte de nuestra hija.
– ¿Qué traerías de Argentina?
Hermana, cuatro amigos y toda esa geografía que sigue martirizándome por lo lejana.
-En pocas palabras: una imagen de España:
Blanca. Ella es toda España.
-El sabor más dulce:
Mi mujer es la llave de todo, soy monotemático, pero no se me puede acusar de “chochear”, porque hablo así de ella desde que decidió ser mi vida.
-El trago más amargo
El día que supe que tenía que irme de Argentina para siempre.
-El recuerdo:
Se me llenan los ojos de lágrimas con muchos, pero la primera noche con Blanca me hizo conocer el amor que no había encontrado antes. El que lo limpia todo, el que lo envuelve todo, el que lo pide y lo da todo, hasta la ilusión de que eso ocurrió.
-Una canción:
Entre cien preferidas, como poco: “Permiso” de José Larralde.
DESDE MADRID, MARCELA SILVA NÚÑEZ