Murió Eduardo Lagos
El pianista y compositor argentino Eduardo Lagos, ideólogo y promotor de la proyección folclórica que dotó de nuevos aires y recursos a la música autóctona, falleció el viernes por la noche a los 80 años en su casa de Recoleta, informaron a Télam allegados al artista.
Nacido el 19 de febrero de 1929, oftalmólogo de profesión y uno de los nombres fundamentales del folclore argentino de la segunda mitad del siglo XX, Lagos padecía desde 2004 el Mal de Parkison, dolencia que lo privó de salir de su casa en los últimos 5 años pero que nunca le robó su entrañable buen humor, con el que recibía a viejos amigos, discípulos y visitantes.
Formado desde niño en el piano clásico a instancias de su maestro Juan Carlos Paz, al que definió alguna vez como un gran vanguardista, fue su encuentro con los hermanos Abalos el que llevó a Lagos a dedicarse al folclore.
Música para la que propuso la improvisación y en la que trabajó nuevas formas armónicas, que darían surgimiento a lo que él mismo llamó proyección folclórica, y que propone una constante relectura y recreación de los ritmos locales.
Acreedor del Premio Konex en 1995 y 2005, además de médico y músico, Lagos fue un pretigioso crítico musical, que trabajó para el diario “La Prensa” y las revistas “Gente” y “Atlántida”, además de desempeñarse como director artístico de las radios El Mundo y Belgrano entre 1969 y 1972 y Radio Municipal y Nacional entre 1983 y 1988.
Afable, lúcido y descontracturado, en una cálida entrevista concedida al diario “Clarín” en 2006 y ante la pregunta de cómo desearía ser recordado, Lagos dijo: “Soy ambicioso: quiero que me recuerden como un buen tipo, y como alguien que quiso, y supo, divertirse”.
De hecho, la proyección folclórica nació de las reuniones que realizaba en su casa y a las que asistían músicos de la talla de Astor Piazzolla, Oscar Alem, Cuchi Leguizamón, Domingo Cura, Hugo Díaz y Oscar Cardozo Ocampo, en las que improvisaban y trabajan libremente las líneas armónicas del folclore, acaso solamente para divertirse, como dijo alguna vez.
Autor de temas fundamentales como “La bacha”, “La oncena” y “Cuando los gauchos vienen marchando”, a los que consideraba los más logrados de su extensa lista de creaciones, el primer álbum de su autoría es “Así nos gusta”, de 1968, donde graba con Astor Piazzolla, el armoniquista Hugo Díaz y Domingo Cura, entre otros.
En 1997 publica “Tono y Dominante”, con Cura, Oscar Cardozo Ocampo y Enrique Roizner, en 1985 “Pianisssimo”, ejecutado a cuatro manos con Oscar Alem y reeditado el año pasado, y “Dialecto” y “Spicy”, emn 1991 y 1998 resepectivamente, ambos con Jorge González y Pocho Lapouble.
También quedan sus registros de “Flolkloreishons” en una serie de tres discos editados por el sello Melopea, donde solo o acompañado por Domingo Cura, Eduardo Pérez Colman o Hugo Díaz, entre otros, deja plasmado el inmenso horizonte de su libertad creativa.
El músico que junto a otros como Waldo de los Ríos o Manolo Juárez abrió puertas hasta entonces desconocidas para el abordaje del folclore argentino siempre planteó la búsqueda y entendió que entre los géneros musicales no hay antagonismos.
En una entrevista concedida a Télam en 2002 señaló: “siempre pensé que ser folclorista no implica olvidar a los demás músicos, o desconocer a Salgán o a Bach”, acaso sentando una bandera de amplitud mental y creativa.
Objeto de homenajes y de la reedición de sus trabajos, el nombre de Lagos viene engrandenciéndose en los últimos años por una camada de folcloristas que lo reconocen como maestro y como el que vislumbró los caminos que les permiten a ellos seguir trabajando sobre la herencia pero planteando al mismo tiempo los interrogantes, las sonoridades y las narrativas que impone la actualidad.
Por decisión de su familia no se realiza ni velatorio ni sepelio público y sus restos serán cremados este domingo.