Una creación periodística de Luis Pedro Toni

“NADIE ES POPULAR PORQUE SÍ”, evoca Juan Carlos D Amico, a Ethel Rojo

No seré yo quien desdeñe el factor suerte para lograr éxito en cualquier actividad que sea, pero desde siempre he creído que se tiende a sobrevalorar ese factor.

Indudablemente esta mirada se hace más clara en el caso de quienes desarrollan actividades intelectuales o científicas, pero lo adjudico también a aquellos que deben su éxito a la capacidad de despertar masivas adhesiones.

Aludo en este caso a políticos y artistas. Nadie despierta afectos populares porque sí. Hay detrás de cada persona con esos atributos algo especial. Algo que no todos tenemos. Algo que no se estudia ni se compra. Y que por supuesto no podemos llamar suerte, ya que se trata de una condición innata en muchos casos o el resultado de la férrea voluntad en otros. En las últimas horas pienso -en el caso de los artistas- en nuestra querida Ethel Rojo, a quien acabamos de perder.

Su magnetismo en el escenario fue proverbial y memorables son sus temporadas en la revista porteña, muchas veces acompañada de su hermana Gogó. Miles de espectadores se sentían subyugados por sus actuaciones encabezando las diferentes compañías en las que trabajó, que hicieron época en momentos dorados de ese género tan nuestro.

Gracias a que fue compañera de mi mujer, Mónica Lerner, en la obra “La Familia” que protagonizaban Pimpinela tuve oportunidad de conocerla más íntimamente, de compartir las típicas comidas después de la función. Siendo una actriz que había alcanzado niveles muy altos en su profesión no era alcanzada por ningún vedettismo.

Recuerdo que la invitó a Mónica a compartir su camarín durante toda la temporada. Es usual escuchar que las estrellas alcanzan cierta distancia de quienes les siguen en cada compañía o que a determinadas alturas la generosidad para con los compañeros tiende a diluirse. Fue absolutamente distinta la experiencia junto a esta mujer que fue una gran profesional sobre el escenario y mejor persona fuera de él.

Un párrafo aparte merece el cariñoso acompañamiento de su esposo, el productor televisivo Gerardo González, con quien compartió los últimos treinta años de su Vida. Es indudable que fue una pareja sostenida por el amor que se prodigaban mutuamente y un importante sostén para Ethel en el doloroso trance de luchar contra su enfermedad. Repasar su filmografía es sorprenderse. Su primera película, “Pobre pero honrado” se rodó en 1955 y la última, “Luisa” en 2008.

En ese lapso de 53 años fueron muchas las participaciones en el cine nacional que registra su carrera. La televisión tampoco le fue ajena y por supuesto fueron incontables las obras teatrales que protagonizó. Pero volviendo al inicio de estas líneas, la conexión que lograba con el público tiene que ver con algo que no puede explicarse.

Que no se debe a su condición de buena actriz-que lo era- ni como ya dijimos a la suerte –que no acompaña a nadie tantos años-. Acaso se deba a la genuina espontaneidad –que nadie puede impostar- y que el público suele agradecer por mera identificación.

En la Provincia de Buenos Aires el gobernador Daniel Scioli y su equipo en Cultura nos sentimos muy orgullosos de haberla tenido hace tan poco en la temporada de verano del Teatro Auditorium de Mar del Plata. Aquellas funciones, que gozaron de un calor popular que ella contribuyó a cultivar, quedará sin duda en la retina de sus seguidores. Nosotros, desde aquí, la despedimos con cariño y admiración. Foto: de Ethel Rojo durante su actuación en el musical de Pimpinela “La Familia” en el Teatro Auditorium de Mar del Plata en 2010