Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Signados por las actuaciones de Chávez y De la Serna.

Tal vez no haya sido, en su totalidad, el mejor capítulo del ciclo. Pero el que marcó el final de El puntero, tuvo tres momentos sublimes, de esos de colección, que bien podrían ganarse un lugar en el podio no sólo del programa, sino de la televisión en general. Tres momentos de suma calidad, emotividad, dolor y compromiso.

Sin respetar la cronología, “el momento”, fue “el final del final”, cuando, ya tomado por la locura y en la fría soledad de su internación psiquiátrica, “El gitano” desafió a uno de los enfermeros en su cruzada patriótica. Y, con la frazada al hombro cual poncho del caudillo, cantó a capella el Himno nacional argentino . Desquiciado. Heroico y mártir. Convencido. Conmovedor. Y más aún cuando luego del “al gran pueblo argentino…” llegó el silencio. Un silencio que se hizo oír en esa máscara imponente de Julio Chávez, con la mirada fija en la cámara, al que los elogios empiezan a quedarle chicos.

el programa marcó una de sus enormes diferencias. Y en esa escena final, cabe rendir el tributo, sobrevoló el espíritu del Juan Moreira de Leonardo Favio Otra de las joyitas fue el encuentro, con sello de despedida, entre ‘El gitano’ Perotti y el entrañable Lombardo de Rodrigo de la Serna, su incondicional compañero de lucha, su alumno dilecto en la lucha, al que le entregó, a modo de paso de mando, su colgante. Y en ese cuerno colorado, fue la rendición de “El gitano”. Y la conmoción de Lombardo, el personaje que permitió darle verdadera magnitud al talento de De la Serna.

La trilogía del recuerdo se completó con el clip musicalizado con el tema Te abracé en la noche, del uruguayo Fernando Cabrera, una canción de una suavidad y una profundidad ideales para narrar los instantes en los que los protagonistas, incluida, claro, Gabriela Toscano, se sumergían en la oscuridad de la noche. Y de sus vidas.