Fito Páez agradeció la solidaridad
Fito Paéz envió una carta a los medios para agradecer la solidaridad de los artistas y el público que participaron del tour Yo vengo a ofrecer mi corazón, a beneficio de los daminificados de la tragedia ocurrida el 6 de agosto en Rosario, cuando un edificio explotó por un escape de gas.
Junto con Liliana Herrero, Raly Barrionuevo, Joaquín Levinton, Richard Coleman, Benito Cerati, Fabiana Cantilo, Babasónicos, Las Pelotas, Chaqueño Palavecino, Ciro Pertusi, Lisandro Aristimuño, Pablo Dacal, Coki de Bernardis, entre otros músicos, y las ONG Red Solidaria y Mundo Solidario, el rosarino ayudó a recaudar poco más de 600 mil pesos.
El texto del comunicado, a continuación:
Gratitud
Quiero agradecer de corazón a todos los artistas que vinieron a colaborar en el tour Yo vengo a ofrecer mi corazón con los damnificados de la tragedia ocurrida en Rosario el día 6 de agosto del 2013. Todos ellos vinieron desinteresadamente a dar su calor y aportar su grano de arena para que las familias rosarinas afectadas puedan resolver sus urgencias lo antes posible. Ensayé con todos y cada uno de ellos en mi casa, por Skype, por teléfono y en pruebas de sonido. Fueron jornadas de gran camaradería y afecto no exentas de alegría y buen humor y algún cortocircuito de 220 voltios que casi me liquida, como toda causa noble así lo exige.
Entonces serán inolvidables la llegada de César Isella como primer invitado a la sequencia de ensayos y la Tonada del viejo amor de Eduardo Falú y Jaime Dávalos en la ciudad de Córdoba. La elegancia de Richard Coleman en su versión de Héroes de David Bowie y la versión rosarina junto a Benito Cerati de Terapia de amor intensiva. El placer de cantar Ella dijo junto a su autor, Manuel Moretti, líder del grupo Estelares, una de las mas hermosas canciones escritas sobre el desamor. Fabi Cantilo y sus versiones inoxidables de Stevie Wonder, Love’s in need of love today y Me voy quedando del Cuchi Leguizamón. El relax de Raly Barrionuevo para la chacarera, la zamba y la canción y el swingazo de Liliana Herrero emocionando con No soy un extraño de Charly García y su gloriosa versión de la Zamba de la viuda.
El set eléctrico de Joaquín Levinton, auténtica estrella del rockanroll vernáculo, que no dejó a nadie sentado y fué una inyección de adrenalina total. Ivan Noble y una sugestiva Avanti Morocha a mid tempo con los maestrísimos Diego Olivero, Mariano Otero y Gastón Baremberg, banda oficial y lujazo de la gira. También el sonido Gibson Les Paul de Luis Fuster, maravilloso guitarrista de mi barrio natal junto a Isidro Llonch, sobrino putativo debutante y Gabriel Carámbula, rabioso trío de guitarras eléctricas que se sumó en el tramo final del concierto rosarino en Ciudad de pobres corazones. Los ensayos con mis amigos de la vida, Carlos Vandera, Coki de Bernardi, Gonzalo Aloras y Fabián Gallardo para recordar y estrenar canciones y éxitos de ayer y de siempre. Los telefonazos de Chano y Bambi Charpentier para establecer el tono de La melodía de Dios y La rueda mágica y los rostros de sorpresa de todos cuando lo tocamos por primera vez, a las 5 de la tarde en la prueba de sonido junto al río Paraná. El alegrón que provocó la llegada de la troupe del Chaqueño Palavecino, ese gran artista popular, a último momento en Rosario llegando desde Buenos Aires a las apuradas para poder participar con su Amor salvaje, Balderrama y la chacarera De mi pagos en medio del revuelo general.
La versión de Silencio en Salta junto a Willy y Raúl de Los Tipitos que resultaron ser unos caballeros cantantes con la mejor buena leche. El estallido del público cuando Palo Pandolfo subió al escenario y cantó la Canción del leñador y el hitazo ochentero Ella vendrá. También inolvidable el sonido aterciopelado de la voz de Lisandro Aristimuño y sus versiones de Ambar violeta y Bello abril. La presencia argentina de Pablo Dacal y su combo de versiones propias y ajenas, El corazón es el lugar y Alguna vez voy a ser libre. Lucio Mantel aprendiéndose Pétalo de sal y yo su extraordinaria La memoria, que solo quedó registrada en una prueba de sonido.
La calidad interpretativa de Los Huayras y una maravillosa versión de Zamba para olvidar de Daniel Toro y una Mariana Baraj cortando la respiración al son de Atahualpa Yupanqui. Y la frutilla de la torta que nos regaló Palito Ortega al tomarse un avión hacia Salta y hacernos viajar a todos por nuestras infancias y patios de baile diversos, romances creados con su música a través de varias generaciones y una delicada versión de Sabor a nada y un popurrí argentinamente ortegueano.
No puedo saltearme las tres versiones de Yo vengo a ofrecer mi corazón en las voces de todos estos artistas de tan diferentes extracciones estéticas, que a la hora del abrazo a Rosario se desvanecieron en un solo canto de auténtica gratitud y hermandad.
Vaya también un agradecimiento especialísimo para Juan Carr y su Red solidaria y la gente de Mundo Invisible quienes se ocuparán de hacer llegar el dinero recaudado, íntegramente, a las cuentas correspondientes, permanentes luchadores de la solidaridad. A Roberto Costa, uno de los mentores intelectuales y espirituosos del tour, quien también colaboró económicamente para que todo esto sea posible.
A las autoridades municipales y provinciales que ayudaron con logística y la mejor predisposición. A Lilia Fuster por su parsimonia y bohonomía para llevar tamaña empresa adelante y a todas las personas que participaron gratuitamente colaborando con sus honorarios. A Belén Amarante que me aguantó en todo el periplo, a Jorgela Argañaras que comunicó, como pudo, a las apuradas y con los permanentes cambios de agenda y a Alejandro Avalis, fiel ladero de tantos años que armó y desarmó los, por ahora, tres escenarios. Y mucho mas especialísimas a todos los asistentes a los conciertos, en Córdoba, Rosario y Salta que hicieron posible la ayuda con la compra de los tickets. Sin eso no se hubieran podido aportar $609.000.- (seiscientos nueve mil pesos) –
Finalmente todo concluyó en un asado que nos armó el Chaqueño Palavecino en su casa salteña y terminó como se debe: guitarreada, baile y buen vino. La música, entonces, en su lugar. Llevando alegría, sosiego y disparate a los corazones.