Andrés Calamaro hizo vibrar a 25 mil personas
Con la emoción, la experiencia y la química aceitada después de 30 recitales, en la última parada del Bohemio Tour -con el que presentó su nuevo disco “de Tierra del Fuego a Monterrey, México”-, Andrés Calamaro entregó un show soberbio en el Hipódromo de Palermo el sábado 7 de diciembre.
Frente a 25 mil personas, “el comandante Calamaro” arrancó con una tríada de canciones de Los Rodríguez, picando en punta como lo haría cualquier jockey (o el gran Irineo Leguisamo, al que AC mencionó durante la noche) con un caballo ganador. “Mi enfermedad”, “A los ojos” y “Todavía una canción de amor” pusieron la vara muy alta. Si a eso se le suma “Crímenes perfectos” y “Cuando no estás” -la canción con la que demostró que mantiene intacta su capacidad para hacer éxitos con una frase repetida varias veces, como un mantra para meditar sobre las ausencias-, eso fue una lección sobre cómo debe comenzarse un show.
El segmento dedicado al nuevo álbum incluyó “Rehenes”, “Bohemio”, “Plástico fino”, “Tantas veces” y, más tarde, “Doce pasos”, metida en esa larga recorrida por su trayectoria. Yendo del piano digital a la guitarra eléctrica o el micrófono, el Salmón nada tranquilo en la corriente de su nueva banda con los guitarristas Julián Kanevsky y Baltasar Comotto, Germán Wiedemer en teclados, Mariano Domínguez en bajo y Sergio Verdinelli a cargo de la batería. Tal es la conexión entre ellos, que después de “Tuyo siempre”, “Carnaval de Brasil” -con un recuerdo para Lou Reed interpretando “Walk on the Wild Side”-, “Algún lugar encontraré” y “Me arde”, entre otros, los músicos se tomaron un momento para homenajear “a los años eléctricos de Miles Davis” y, literalmente, hicieron la suya. Llevaron la mística generada en la sala de ensayo, conociéndose en jams de improvisación, a un tablado frente a miles de personas.
Y si el comienzo había dejado sin aliento, en el final tenía que redoblar la apuesta. Sin repetir y sin soplar, la lista de temas se cerró con “Estadio Azteca”, “Te quiero igual”, una encendidísima versión de “El salmón”, “Sin documentos”, “Flaca” con una intro del tango “Volver” y “Paloma” para despedirse antes de los bises, que Comotto y Verdinelli, particularmente, convertirían en furia desde la guitarra y la batería.
Después de dos años sin tocar en Buenos Aires, el cantante buscó en su pasado con “Alta suciedad” y la más cercana “Los chicos” de su disco La Lengua Popular, acompañada por imágenes de los colegas que ya no están: Luis Alberto Spinetta, Pappo, Miguel Abuelo, Federico Moura y Adrián Otero, entre otros. Y “De música ligera” de Soda Stereo, para cerrar y mandarle fuerzas a Gustavo Cerati, coronó la noche más esperada del año para Calamaro, otra oportunidad para encontrarse con su público, esa multitud que cabe dentro de una canción.