Una creación periodística de Luis Pedro Toni

La nueva actividad de Pocho “La Pantera”

A los 63 años, Pocho La Pantera se jacta de haber vivido una vida llena de condimentos y adrenalina. En la década del ’90, cuando la cumbia y la convertibilidad hacían furor en la Argentina, Pocho hacía verdaderos estragos.

“En esos tiempos ganaba 180 mil dólares por mes. Dejé de trabajar dos años y me fui de viaje a Europa y me gasté más de un millón de dólares“, dice como al pasar a la revista Semanario, mientras se acomoda el overol con el que pinta en su atelier del barrio porteño de Once. Sí, el creador de la cumbia “El hijo de Cuca”, se dedica también, desde 2011, a la pintura.

“Cuando cumplí 60 años me dije que tenía que hacer algo distinto en mi vida y me puse a pintar. Arranqué pintando los pies de Cristo, luego hice las piernas y así fui completando todo el cuerpo. Al final quedó un Cristo compuesto por siete cuadros, a partir de ahí arranqué y acá estoy”, revela.

Como atajándose, dirá que nunca estudió pintura ni dibujo y que recién ahora tiene curiosidad por aprender algunas técnicas que le faciliten el proceso de creación.

“Yo no tengo escuela, es algo natural que me sale desde el alma, lo que hago en la tela me sale de adentro. Se me ocurre una idea y no sé dónde va a terminar. Este año quiero aprender algunas técnicas. Te doy un ejemplo: intenté pintar en caballete y la primera pincelada se me chorreó toda. Desde entonces pinto en plano y dejo que se seque“, detalla.

A Pocho no le interesa impostar ninguna pose y cuando cuenta anécdotas que lo acercaron a artistas reconocidos en sus ojos aparece una luz de picardía como si fuese un chico que termina de hacer una travesura.

“¿Ves ese cuadro? (pregunta señalando una pintura que cuelga de la pared, en la que se ve un pez muy colorido). Bueno, ese es uno de mis primeros cuadros y una vez lo vio Máximo Paz. Máximo Paz es un retratista muy…, mmm…, fue premiado en…, en muchos lugares e incluso creo que Lennon lo…, eh… en la Nasa, él hizo una exposición en la Nasa ¡Hizo una exposición en la Nasa! El tipo ese con una pincelada te hace el perfil de Borges, de Sábato… Bue, la cuestión es que cuando vio el pez me dijo: ‘Vos sos un colorista tremendo’“.

Enseguida, recuerda un momento con otro maestro. “Una vez venía de Punta del Este y escucho que me dicen ‘Pochito’; me doy vuelta y era Carlos Páez Vilaró. Yo no lo conocía porque no pertenezco al mundo cajetilla, pero nos abrazamos y cuando estamos bajando del avión se acerca y me da un papel. Era una bolsita de esas que te dan por si te descomponés. Ahí dibujó una pantera y me puso ‘con cariño para Pocho de Carlos Páez Vilaró’. ¿Podés creer? Obvio que ni bien llegué a casa encuadré el dibujo”, recuerda.

En la actualidad, el cantante devenido en artista plástico, que trabaja con óleo y acrílico, tiene una exposición en la ciudad de La Plata. “Me vinieron a ver unos pibes y me pidieron unos cuadros. Después me pidieron que les ponga precio y como no tengo ni idea les dije que pidan dos lucas por cada uno así ellos se quedan con el 10%. La cosa es que ganemos todos. Además, Quinquela Martín empezó pintando con carbón en la calle y mirá lo que vale hoy un Quinquela. No sé lo que puede valer un Pocho en el futuro”, dice, y larga una carcajada que queda retumbando entre sus pinturas.