Una creación periodística de Luis Pedro Toni

El Colón levantó el telón con la vida del brutal Calígula y la excelencia de Coleman

Una ópera del siglo XXI en la versión del regisseur australiano
Benedic Andrews, inauguró la temporada lírica 2014 del teatro Colón,
proclive -en últimos años- a los gestos estéticos que transitan entre
la audacia, la novedad y la provocación.
Bajo la dirección musical del estadounidense Ira Levin y sobre una
composición del alemán Detlev Glanert, “Calígula” volvió a exponer en
el coliseo porteño las tensiones entre la tradición lírica, la puesta
escénica contemporánea y un discurso orquestal propenso a caminar
sobre los límites de la convención, sin cruzarlos.

Bajo esa línea, el Colón abrió su temporada con una elección propia de
la concepción estética de su administración y optó por una ópera que
interpela de un modo directo la realidad de su tiempo a partir de
guiños escénicos visibles a la historia contemporánea.

La construcción contemporánea de Glanert presentó evidente distancia
de aquellas óperas donde la orquesta conduce el drama o está integrada
a él. Aquí el discurso musical está al servicio de lo que ocurre en el
escenario, pero un plano detrás.

La sonoridad contemporánea se impone desde el primer acorde, y sigue
una historia construida en derredor de un personaje, Calígula (Peter
Coleman-Wright), que ocupa una singular centralidad
twitter La sonoridad contemporánea se impone desde el primer acorde, y
sigue una historia construida en derredor de un personaje, Calígula
(Peter Coleman-Wright), que ocupa una singular centralidad.

Obsesivo, vanidoso, lúcido en el comienzo y arbitrario después, pero
siempre omnipotente, el emperador romano Calígula dibuja una metáfora
sobre todas las tiranías y con guiños a los totalitarismos europeos
del siglo XX.

En ese esquema se precipita el drama a partir de la muerte de Drucila,
hermana y amante de Calígula quien, ya perturbado en su personalidad,
finalmente vuelve a reinar entre los romanos imponiendo leyes brutales
 y caprichosas.

A medida que se radicaliza el comportamiento del emperador, una serie
de intrigas se anudan y desanudan a su alrededor, concluyendo en un
desenlace de descubrimientos, traiciones y muerte bajo una puesta
modernista.

El barítono Peter Coleman-Wrigth, con buena voz y versatilidad
histriónica, emerge victorioso de un derrotero exigente dentro del
drama.

Fue el dueño de los mayores aplausos del público, que mesuradamente
respondió a la propuesta lírica que, si bien excede a lo que se
presume de la tradición del Colón, estaba perfectamente anunciada en
su tenor y su lenguaje musical.

Sobrevendrán luego -con pertinencia- los juicios sobre el espacio que
esta clase de puestas ocupa dentro de la temporada del Colón, la forma
en que son asumidos algunos linajes operísticos y cuál es la
responsabilidad que se desprende de la historia y los antecedentes del
teatro.

La actual gestión del teatro no elude esas preguntas, aunque las
responde de un modo que necesariamente divide.

“Calígula”, estrenada mundialmente en 2006, tendrá nuevas funciones el
viernes 4 a las 20.30; el domingo 6 a las 17 y el martes 8 a las
20.30.telam.-