Gayle Forman presenta la segunda parte de la historia que comenzó con “Solo un día” una historia de superación personal, convicciones, cambios y por supuesto, amor.

 

Mientras que en Sólo un día conocíamos la historia por parte de Allyson, en este relato nos toca leer las vicisitudes y la versión por parte de  Whillem: el por qué no volvió aquella mañana después de pasar el día juntos y qué fue de él durante ese año posterior hasta volver a reencontrarse. Además de conocerlo más profundamente, ya que fue un personaje bastante misterioso.

 

Así que aquí conoceremos al verdadero Whillem. Un chico que hace unos años era como cualquier otro adolescente, hasta que pasó algo que puso patas arriba su vida. Es un chico solitario, pero a la vez muy conocido en el ambiente en el cual se mueve. Lleva un par de años viajando sin parar, conociendo a muchísima gente, pero sin abrirse a nadie por completo. En cuanto ve que esa amistad que lo une a Ally, se vuelve más serio, no duda en escapar a un nuevo destino. Lo que hay que descubrir en esta historia es si al fin, le cae el meteorito en la cabeza y reacciona.

 

Un libro que se disfruta de la primera a la última y emocionante página. La autora transmite una gran sensibilidad, reflexiones, y planteos que cualquier ser humano puede hacer. Solo una mirada, la primera, puede marcar a fuego a dos seres, imaginate lo que puede ser “Sólo un año”. Recomendado.

 

Cuando abre los ojos, Willem ignora qué lugar del mundo se encuentra. Todo cuanto sabe es que, una vez más, está solo, y que necesita dar con Lulu. Pasaron un día mágico en París, y algo en ese día –en esa muchacha- hace que Willem se pregunte si su destino no será estar juntos.
Desde entonces viaja por todo el mundo con la esperanza de encontrarla. Pero pasan los meses y Willem empieza a preguntarse si la fuerza del destino es tan poderosa como pensaba.
Compañera tan romántica como emocional de Sólo un día, esta es una historia sobre las elecciones que hacemos y los accidentes que ocurren, así como de la felicidad que se produce cuando ambas circunstancias se cruzan.

 

 

Virginia Alzogaray