Ingrid Grudke con más confesiones
La misionera amplio su confesión de sus inicios y como llegó al modelaje: “Tenía 18 años y no quería ser modelo ni famosa. Estaba en un boliche de Posadas, vino alguien y me dijo que tenía condiciones para vivir de eso. Me sorprendió. A los tres meses ya había participado de un concurso, me había ido de viaje a Punta del Este y me subí por primera vez a un avión para sumarme a una agencia de elite de Barcelona”, relató en la lider fm Pop al animador Coco Sily.
Ingrid defendió la importancia que tiene su profesión, lejos de la superficialidad con la que se la relaciona habitualmente: “Las modelos comunicamos con la imagen. Somos vendedoras de lujo. Motorizamos una industria grande (la de la moda) que implica muchos puestos de trabajo, desde la vestuarista o la maquilladora hasta la que teje o el arte, a cargo del fotógrafo”, dijo.
Sin dudas uno de sus mentores en el ambiente fue Jorge Ibáñez, a quien todavía se niega a despedir: “Siento que sigue vivo. Lo quise mucho y los viajes que hicimos nos unieron muchísimo. Ahora tengo que volver a París y es difícil porque creo que está en cada rincón de la ciudad”.
Después de 20 años de pasarela, Grudke reflexionó sobre los nuevos horizontes que se vienen: “La carrera de la modelo es como la del futbolista: no hay que perder el tiempo. Hoy está mezclado ser modelo y ser famosa. Pero ésta profesión no necesita de escándalos y soy coherente con esa idea. Me encantaría tener una agencia o una escuela. No cualquiera aguanta esta carrera y la exposición. Después de hacer teatro de revista con Nito Artaza me hice muy popular. ¡La gente sabía decir mi nombre y apellido que es un trabalenguas! Me encantaría producir y potenciar nuevos talentos, pero siento que la gente quiere que siga en eventos y shows porque mi nombre trascendió la edad y se convirtió en una marca. En los desfiles de alta costura somos todas flacas pero las señoras se identifican con una y compran los vestidos. Después, el diseñador adapta el modelo a sus cuerpos“,remató