Una creación periodística de Luis Pedro Toni

EL FESTIVAL DE MARDEL CON GRATO E INTERESANTE NIVEL

El filme “La vida de alguien”, del realizador argentino Ezequiel Acuña, y la cinta “No todo es vigilia”, del español Hermes Paralluelo, ingresaron en la Competencia Internacional del 29no Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que arrancó el sábado pasado y concluye el próximo domingo.Promediando la muestra internacional, y con ocho películas ya exhibidas sobre doce que compiten por el máximo galardón, el certamen marplatense sigue dando signos de diversidad cinematográfica y de una selección competitiva de un grato e interesante nivel.

En el caso de “La vida de alguien” es también el tercer y último crédito argentino en la competencia que abarca filmes de 10 países distintos, luego de las exhibiciones de “Jauja”, de Lisandro Alonso, y de “El perro Molina”, de José Campusano.

El cuarto largometraje de Acuña vuelve sobre los temas consagrados de su filmografía y algo en él anuncia quizás el cierre de una etapa, de unos modos y unos temas discursivos que viene explorando con delicadas texturas, pocas estridencias y una manifiesta cercanía desde su opera prima, “Nadar solo” en 2003, con un grupo de actores que salvo incorporaciones (Ailín Salas aquí) o bajas, se mantiene también inalterado.

La adolescencia, lo que fueron sueños y quedaron truncos, la amistad y la cercanía afectiva con el fondo de banda de rock y chicos que hacen música, vuelve a ser tema en este filme de Acuña, en el que el conflicto es cómo reencauzar la vida (y la música) después de una pelea afectiva que dejó todo como suspendido.

Santiago Pedrero (como Guille) Matías Castelli (Pablo) son dos amigos que tuvieron una banda de rock y que deciden volver a tocar canciones que hacían 8 años atrás y que grabaron en un disco que nunca salió, del que también tomó parte otro amigo, hoy ausente.

Filmada en parte en Mar del Plata, y también con protagónico de Ailín Salas (una muy bella voz), la película es de gran precisión rítmica y logrado desarrollo y está sostenida en una banda de sonido, que al mismo tiempo cuenta parte de la historia, debida al grupo uruguayo La Foca.

De otro tenor, con otras intenciones, cruzando fuertemente el documental con la ficción y con indudables lazos con la película vista ayer de Pedro Costa, “Cavalo Dinheiro”, es el filme de Hermes Paralluelo (33 años), “No todo es vigilia” en el que el realizador español arma una película con el protagonismo excluyente de sus dos abuelos, una pareja de 85 años con más de 60 de casados, que viven solos en el pequeño pueblo de Muniesa de la provincia de Teruel y situado a 85 kilómetros de Zaragoza.

Como en el caso del filme de Costa, es aquí la memoria de los protagonistas la que construye el relato, en este caso de dos ancianos que deben enfrentar con los conflictos y la bendición de tenerse el uno al otro, los problemas que acarrea el deterioro físico y la edad cuando la muerte es el futuro que se ve más cerca.
La película de Paralluelo, que viene del documental y que pone en evidencia este lenguaje cinematográfico en tomas de observación, en tiempos lentos que delatan el transcurrir efectivo de las acciones, en un modo de darles la voz a los protagonistas que no es el del diálogo, se divide en dos momentos: el hospital, donde Antonio y Felisa son sometidos a una serie de estudios e intervenciones, y la casa.

Los cuerpos sometidos a la tecnología médica, los cuerpos como objeto de estudio, cosificados, diálogos que son visiones o recuerdos o, incluso, recuerdos de recuerdos, la espera, la voluntad enajenada, son algunos de los elementos presentes en la residencia médica de los dos viejos.

Mientras que las dificultades de lo cotidiano, el afecto, la cercanía, otra vez los recuerdos y las discusiones de los que están demasiado cerca y se tienen solo a ellos, es lo que primera en la estancia en su propia casa.

Recuerdos de la guerra, historiales clínicos, la presencia omnipresente de la seguridad social como forma de administrar la vida, tecnología médica, el hambre de la infancia, los padres y las cosas que hacían los padres 80 o 100 años atrás, todo eso es relatado en una bella película que también es ascética, dura, y a veces raspa.Enviado especial,telam.-