Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Estreno candidato al Oscar,provoca pedido de justicia para gays

Ahora la película que se estrena este jueves en Argentina”Código Enigma” (“The imitation Game”), del director noruego Morten Tyldum, ha hecho que surjan voces para que se indulte y rehabilite a los afectados en casos como el de su protagonista: el descifrador de códigos inglés Alan Turing.

 
Oscar Wilde fue famoso por su lengua afilada y su humor inescrutable, pero el venerado literato fue una vez también un “criminal” condenado que estuvo en prisión a final del siglo XIX por “comportamiento inmoral”. Por ser homosexual.

Lo mismo les ocurrió a decenas de miles de hombres durante el siglo XX no sólo en Reino Unido, sino también en otros países como Alemania.

Pero ahora la película “Código Enigma” (“The imitation Game”), del director noruego Morten Tyldum, ha hecho que surjan voces para que se indulte y rehabilite a los afectados en casos como el de su protagonista: el descifrador de códigos inglés Alan Turing, cuya figura se ha recuperado tras permanecer décadas en el olvido por su condición homosexual.    
El del genio matemático Turing es uno de los casos más evidentes de Reino Unido, a quien da vida la gran pantalla Benedict Cumberbatch. Pese a los logros conseguidos por su país en la Segunda Guerra Mundial, Turing tuvo que someterse a una castración química en 1952 para no tener que ir a prisión.    

Poco sirvió que su genio como descifrador de códigos secretos contribuyera de forma considerabale a la victoria de los aliados sobre la Alemania nazi en la contienda. Pero sólo a finales de 2013, casi 60 años después de su muerte, la reina Isabel II lo indultó de forma póstuma de la condena que se le había impuesto. En cualquier caso, el indulto fue sólo para él.    

El resto de afectados similares siguen condenados, incluso personas de la talla de artistas de teatro como John Gielgud, a quien la reina incluso nombró caballero.    

Indultar a todos los homosexuales, no sólo a Alan Turing, es lo que exigen ahora británicos famosos como Cumberbatch, la sobrina de Turing, Rachel Barnes, o el comediante Stephen Fry, que acaba de casarse con su novio.    

“Las leyes homófobas de Reino Unido hicieron insorportable la vida de generaciones enteras de hombres homosexuales y bisexuales”, escribieron en una carta pública.

En Alemania no fue muy diferente. Sólo durante la posguerra en la zona occidental se dictaron unas 50.000 condenas basadas en el famoso artículo 175, que amenazaban con penas de cárcel, libertad condicional o multas a los homosexuales, algo que no fue totalmente abolido hasta 1994.    

También en Alemania los activistas están pidiendo que las sentencias sean levantadas y los afectados rehabilitados, algunos de los cuales siguen vivos.    

“Tiene un gran significado emocional”, considera Manfred Bruns, ex abogado y miembro de la junta directiva de la asociación alemana de gays y lesbianas. “Toda su vida está rota”. Además, con ello se pretende garantizar que no se repita su persecución. Sin embargo, hay algunas resistencias frente a ese paso y los juristas no están todos de acuerdo. En 1957 el Tribunal Constitucional aprobó la persecución penal. “Muchos dicen que lo que entonces era correcto no puede ser hoy incorrecto”, explica Bruns.    

“Nosotros respondemos que no sólo ha cambiado la regulación penal, sino también toda la evaluación de la persecución, que violaba los derechos humanos”. Y por eso se exige ahora al Estado que lo reconozca.    

Desde 2002 en Alemania se han levantado las condenas de tiempos del nacionalsocialismo. Pero estos momentos no parece que los políticos quieran continuar por ese camino. Para muchos conservadores las nuevas regulaciones sobre las parejas civiles y el derecho de adopción ya es demasiado, señala Bruns.    

Aún no está claro que la iniciativa de famosos y activistas en Reino Unido vaya a lograr algo. Para lograr la rehabilitación de Turing fueron necesarias las voces de personajes de relevancia, entre ellos el físico Stephen Hawking.    

El príncipe Guillermo y su mujer Catalina no quisieron ni siquiera pronunciarse, alegando que se trata de una cuestión política, dijeron el pasado fin de semana.    

Una petición online al respeto fue enviada al gobierno británico con el respaldo de más de 100.000 firmas.