Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Los Leuco, emocionados

El pase entre Le doy mi palabra y Volviendo a casa, los programas de Alfredo Leuco (60) y Diego Leuco (25), del jueves se volvió un imperdible momento radial en Mitre.

Los periodistas, que además de compartir emisora, hacen Los Leuco juntos por TN (martes a las 22), protagonizaron unos emocionantes minutos con motivo del cumpleaños número 60 de Alfredo.

El reconocido periodista fue agasajado por sus compañeros pero una sorpresa tremendamente emotiva llegó por parte de su hijo.

“Tengo algo para leerte si tenés ganas, algo que escribí yo por tu cumpleaños”, empezó diciendo Diego, 

“Bueno, vamos a ver si sale porque viste que en estas situaciones uno mezcla varias cosas. ‘Cuidate changuito’ es, en realidad, la primera parte de la siguiente frase ‘cuidate changuito, que si no te cuidás vos, ¿quién te va a cuidar?’. Frase que mi papá, o ‘Papupá’, como le digo yo, me repetía absolutamente todas las mañanas cuando me dejaba en el colegio a la mañana. Yo me bajaba del auto y con la puerta abierta me abrazaba y me repetía al oído, como un rezo ‘cuidate changuito, que si no te cuidás vos, ¿quién te va a cuidar?’ Nunca se lo dije pero siempre pensé que esa frase llena de amor escondía una gran mentira. Yo sabía que había momentos en los que tenía que cuidarme solo y valerme únicamente de mí para que nadie me lastime. Pero sí había alguien que me cuidaba, que me cuidó siempre y que me sigue cuidando ahora y era él, el autor de la frase. Él me cuidaba siempre, incluso hasta el ridículo. Como aquella vez que entró a la pista de patinaje sobre hielo para acompañarme. ¡No le quedaron partes del cuerpo sanas!”, comenzó Diego.

“Cuando crecí y empecé a salir solo, mi gran aventura era ir a la librería de la esquina para comprar materiales: madera balsa, pinturas, papel, cartón, figuras de yeso; todo me entusiasmaba. Me daban plata, yo salía, llegaba a la esquina, compraba y volvía. Una tarde, mientras elegía acrílicos de todos los colores, el cielo se oscureció. La noche cayó rápido y llegó cargada de nubes y refusilos. Se largó una de las tormentas más grandes que yo recuerde. De la puerta de la librería para afuera no se veía nada, era una cortina de agua, gruesa, espesa, impenetrable. En un momento, entre los chasquidos de las gotas sobre el toldo de plástico de la librería, se escuchó el silbido con el que siempre me llama mi viejo”, hace el ruido y provoca nuevamente la sonrisa de su papá.

“”Me di vuelta: ‘Vamos changuito, vamos’. Ahí estaba Leuco, el periodista político implacable que ya polemizaba en  televisión, con un paraguas destartalado, un short deportivo, remera de piyama y pantuflas: así se viste mi superhéroe. ‘Vamos changuito, vamos’. Como Superman, mi viejo dejó su identidad de periodista, se paró de la mesa del living siempre abarrotada de diarios, y salió a buscarme. Hoy me acuerdo de eso cada vez que estoy triste, me río, me emociono y me desborda la ternura. Cuando me preguntan por la relación que tenemos, si es difícil trabajar con él, no puedo evitar pensar en aquel momento. Ese día supe, entendí, que él era capaz de todo por mí. Lo único que puedo decirte hoy, a los 60, es que sos mi héroe. Siempre lo fuiste. Admiro profundamente (se quiebra) tu integridad, tu honestidad a prueba de balas y chicanas. Es un orgullo para mí ser Leuco.”

Diego siguió: “Hace poco, sentí que te perdía (se quiebra otra vez). Nunca me voy a olvidar esa pantalla con una línea recta verde y el aullido agudo de tu corazón quieto. Te vi apagarte tres veces y pensé que yo me iba con vos. Por eso cada martes agradezco tenerte conmigo y sé que va a ser por mucho tiempo más. Acordate que en unos años tenés que ser mi productor, che culiao. Te quiero con toda mi alma, cuidate Papupá, pero si no te cuidás vos, yo te voy a cuidar”.