Salazar y Redrado al altar
Finalmente, el economista se decidió y se va a los brazos de la rubia. En un intento frustrado de engañar a todos los medios, Martín Redrado tomó un vuelo con destino a Miami. Lo curioso es que en otro servicio aéreo, Luciana Salazar también llegó a la misma ciudad norteamericana, con pocas horas de diferencia.
El motivo de los viajes no era descansar y distenderse de la rutina, sino una fogosa reconciliación que irá más allá de una nueva etapa de noviazgo.
En esta oportunidad se acelerarán los papeles para el casamiento, que sería este mismo año. El ultimátum para llegar al altar o al menos firmar ante un juez en un Registro Civil es una de las condiciones indispensables que exige la modelo para avanzar con la relación, y que Redrado estaría aceptando, sin mayores opciones.
Este viaje sella una vez más el amor que nunca dejó de existir entre Luli y el economista. El lugar elegido para el apasionado reencuentro fue la lujosa Torre Tumberry, de Sunny Island, donde él tiene su departamento.
Sin dudas, la única protagonista que perdió y salió herida en esta historia es Amalia Granata, quien hace unos días, cuando veía que la ruptura con Redrado no tenía vuelta atrás, salió a decir públicamente que ella “nunca estuvo enamorada”, para así tratar de que su ego no quede por el piso.
Por su parte, el economista en las últimas horas confirmó un reencuentro con Salazar: “Somos una expareja que vuelve a conversar”.
Además, volvió a insistir con que nunca estuvo de novio con Amalia y negó haberle regalado flores con tarjetas románticas, apoyándose en declaraciones de archivo, en las que ambos calificaron a su relación como una “buena amistad”.
“En el mes de marzo los dos dijimos que éramos nada más que amigos. Si alguien tenía que decir algo, lo hubiera hecho en aquel entonces, cuando se dijo públicamente que éramos simplemente muy buenos amigos, que nos teníamos mucho respeto, como fue siempre”, recordó. Y por último aclaró: “La letra de esos regalos no es mía”.