GIGOLO,la burguesía criolla al Regio
El viernes 12 de febrero a las 20.30 horas se repondrá, en el Teatro Regio (Avenida Córdoba 6056), Gigoló de Enrique García Velloso, con versión y dirección de Susana Toscano. El elenco cuenta con nuevas incorporaciones; estará integrado por Andrea Bonelli, Michel Noher, Víctor Hugo Vieyra, Mario Alarcón, María Ibarreta, Fabio Aste, César Bordón, Florencia Torrente, Susana Varela, Matías Poloni y Lisandro Zárate Giménez. La musicalización es de José Páez, la iluminación de “Chango” Monti, el vestuario de Pepe Uría y la escenografía de Gabriel Caputo.
Las funciones se realizarán de jueves a sábados a las 20.30 horas y los domingos a las 19.30 horas.
Platea: $ 130.-
Pullman y Palcos altos: $70.-
Día popular: jueves. Entrada general: $ 70.-
La obra
“Gigoló pinta de manera magistral a la alta burguesía porteña de los años 20.
Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, la Argentina deviene en el ‘Granero del Mundo’, lo que trae aparejado el enriquecimiento de terratenientes y productores de materias primas. Éstos son los personajes masculinos que conforman la trama de esta obra.
En este contexto, el rol de la mujer estaba limitado a convertirse en una buena esposa y madre, en síntesis una ama de casa. Las mujeres no se formaban profesionalmente, las niñas ‘bien’ estudiaban piano, bordado y francés. Pocas entraban en el mercado laboral y las que lo hacían obtenían puestos de baja calificación; eran básicamente mantenidas por sus padres primero, y luego por sus maridos. Las familias adineradas acordaban quién representaba un buen futuro para sus hijas; y las mujeres que pertenecían a una clase social inferior y no se resignaban a una vida modesta, en ocasiones hacían uso de su belleza para seducir a los señores de la burguesía.
Éste es el caso de la protagonista, Clara, que establece un vínculo clandestino con un hombre mayor, casado y con mucho dinero, logrando un alto estándar de vida. Esta práctica era común en la época y, por cierto, tolerada por una sociedad hipócrita que pregonaba una moral victoriana. Sin embargo, la imprevista irrupción del amor hace tambalear esta artificial estructura de conveniencia. Clara pone toda su energía en esta nueva relación, pero el hombre en quien ella deposita su confianza resulta ser un gigoló que la traiciona.
Enrique García Velloso convirtió a Clara en la precursora de un nuevo momento histórico, donde quedará atrás el sometimiento, y la mujer irá construyendo un nuevo camino que le permitirá acceder a sus derechos: trabajar, estudiar, amar, votar…”.
Susana Toscano