Sensibilizado Baby agradece y cuenta su vida
Luego del fallecimiento de su mujer el pasado día viernes, el
conductor Baby Etchecopar recibió innumerables muestras de apoyo y
solidaridad ante la difícil situación. Agradeció y explicó sus
sensaciones en la siguiente carta:
“Desde el 16 de febrero de 1953 me parieron solo, de hecho mi mellizo
murió en el vientre de mamá. Con una familia con muchos blasones y
tradiciones pero ningún sentimiento. Empece a buscar mi libertad, mi
independencia y me fui convirtiendo en un rebelde reaccionario. Un día
me cruce con una hermosa mujer morocha a la que le pasaba lo mismo que
a mí. Nos juntamos en una relación lejana; muy lejana a lo que los
demás llamaban amor. Primero fue sobrevivir, después vivir y después
para sentirnos más vivos -porque considerábamos que habíamos edificado
esa red de contención que nosotros nunca habíamos tenido- nos jugamos
a nuestros hijos. Y vinieron: uno, dos y tres, sin un pan debajo del
brazo pero llenos de amor. Y con la lucha y sin bajar los brazos
heredados de papá y mamá en su ADN y como en un barco vikingo
anduvimos sin brújula buscando una playa en donde establecer la
familia, pero había que remar mucho: no había tiempo para los
cumpleaños, las vacaciones, las caricias, los te amo; porque todos los
gladiadores se quitan la armadura para dormir, pero nosotros dormíamos
de guardia con la armadura puesta. Y así, algunos se pusieron grandes
y otros más grandes, y a veces también en las mesas navideñas, cuando
estaban, sino le tocaba a los suegros -ya que en la quinta había
pileta y la pasaban mejor en el viejo living, de la vieja casa, con
viejos recuerdos-, comenzaban los reproches: “La verdad papá nunca
estuviste”, “La verdad papá que mala onda”, “La verdad mamá que
carácter, ¿Por qué no hacen terapia?”. Y en la despedida se subían a
los autos que les regalé, con el seguro que les pago y el servicie que
les hago hacer y yo, esperando un “te quiero”, recibo: “¿Me prestas
tres lucas?”. De esas que no te voy a devolver más, de esas que los
dos sabemos pero ninguno habla para no ofender, y el terror del
portazo que rompa la cerradura y que vuelva a pagar el padre, como de
costumbre, uno se va para adentro, porque está refrescando, enciende
la tele y ve el caribe con un barco con un tipo de tu edad con tres
chicas de la edad de tus hijos. Tomando champaña y bailando hawaiano
con unas ojotas bastante parecidas a las que te regalaron hace tres
años cuando te fuiste, gracias a Cristina, un fin de semana a Mar de
Ajo, la ojota que te llevo el agua, y uno en cambio de pensar: tiene
las mismas ojotas, en nuestra mente de microbio, se levanta de golpe
de la cama y grita: esas son las mías!!! pensando que el dueño del
yate las encontró en Bali después de alguna tormenta de las toninas y
con una caña las rescato y las está usando.
Ahora bien con esa morocha tan linda que conocí hace 37 años criamos
los tres hijos que amo, pero el viernes la morocha se fue y se llevó
mi corazón. Mis hijos tienen todos su vida y no sé qué sentido tiene
ayudarlos tanto si después te dicen que no les diste nada. A la
morocha la voy a llevar toda la vida conmigo.AHORA
1- ¿Me quedo a esperar envejecer y morir? Esperando un “te quiero”.
2- Pintarme el pelo de color caoba intentando sacarme años y pasar el
medio mundo por un solos y solas, y enganchar un guacamayo, reseca de
cirugías y juntar los 2 fracasos para poder gritar que no estoy solo.
3- Comprarme un traje gris y llevar a mis nietos al tren de la costa
para que vean al sudoroso Barney, demostrando que se puede estar peor.
4- Hacerme amigotes de café y pensar que primero está la barra, Boca y
Goyeneche, como una forma de saber que alguien va a mover el cajón de
la cochería porque para eso están los amigos.
5- Seguir escuchando al lado del oído, como un carburador con la junta
soplada, el típico boludo que te dice: “fuerza, vamos… fuerza,
hacerlo por los pibes”.
6- Comenzar a masturbarme en mi habitación a oscuras por la culpa y
pensar que después de la desgracia que me paso no tengo derecho a
disfrutar un instante de mi vida y terminar como Kung Fu, ahorcado del
perchero como un boludo, con los ojos blancos como el maestro, pero
con el pene en lugar de la flauta, en una práctica escabrosa y
papelonera.
7- Ir a la sociedad de fomento a contar mis hazañas radiales a los
cuatro borrachos que juegan al truco y a eso de las siete de la tarde
-con los broches en el pantalón-, pedalear a la luz de un dinamo
deseando encontrar la lata de pate para preparar la cena, mientras me
divierto con Los Ingalss.
Tengo 63 y no me queda mucho tiempo, ya les conté lo que fui y soy
capaz de hacer
Por esto quiero agradecer de todo corazón y, repito, de todo corazón a
todos los amigos médicos, a Swiss Medical, al Grupo Indalo, a la barra
de Pepino, a mis amigos, a tantos y tantos que me han dado tanto y
tanto. Y les quiero informar que no seré justo yo el Malevo Ferreyra
asustado de enfrentar la vida, poniéndome fin para dar lastima y
vergüenza, cosa que nunca hice, y si algún día pasan por el medio del
océano y me ven flotando, no me quieran sacar; porque tampoco me estoy
ahogando, estoy yendo a buscar las ojotas que tiene el tipo que esta
con las tres minas en Bali arriba de un velero y que, me parece, que
son mías… y las ojotas también.”