Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Profundo pesar por el fallecimiento de Julio Baccaro

Actor, autor, docente y director teatral de larga trayectoria, reconocido también como funcionario cultural en distintas épocas, Julio Baccaro dio inicio a su carrera profesional luego de haber realizado estudios

en los institutos de teatro de la Universidad de la Plata, primero y de Buenos Aires, después. Es así que, en calidad de actor, en las décadas del ‘60 y del ‘70, participó en Don Gil de las calzas verdes de

Tirso de Molina, Los enredos del amor sobre textos de Lope de Vega, Cervantes y Moreto, Un tal Servando Gómez de Samuel Eichelbaum, Babilonia de Armando Discépolo, y Cándida de Bernard Shaw, entre

muchos otros espectáculos.

Su labor como director teatral se materializó a partir de los años 70, desarrollándose desde entonces en forma ininterrumpida. Entre sus puestas, que incluyeron géneros tan diversos como la comedia

costumbrista argentina, los clásicos universales, la comedia musical o los clásicos contemporáneos, pueden mencionarse: Flores de acero, Elvira, Narcisa Garay, mujer para llorar, El primero, La dama

duende, Las obreras, Crónica de un secuestro, El taller, Casa con dos puertas mala es de guardar, Mi Buenos Aires de entonces, La muerte de un viajante y El día que me quieras.

Fue nominado en numerosas oportunidades y distinguido por sus trabajos profesionales como director por El taller de Jean Claude Grumberg (Molière), La tiendita del horror de Menken-Ashman (Estrella de

Mar), El primero de Israel Horowitz (Crítica de Rosario), La muerte de un viajante de Arthur Miller (María Guerrero), Miembro del jurado de Roberto Perinelli (coproducción del Teatro San Martín, 1992) y

Alta en el cielo de Nelly Fernández Tiscornia (ACE). Por la dirección de Tamara recibió asimismo importantes premios, mientras que la puesta en escena de 1789 de Ariane Mnouchkine le valió ganar

nuevas distinciones. Por Gracia y Gloria de Tom Ziegler le otorgaron el premio Florencio Sánchez, siendo además galardonado en calidad de autor con los premios “Pequeño Teatro de Buenos Aires” por su

comedia Escondamos a las visitas, y con el premio “Camila Quiroga “(Teatro Liceo), “Sixto Pondal Ríos” (Fundación Odol) y 2º Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, por su comedia íntima Cuando nos

vamos, estrenada en el Teatro Sarmiento y reestrenada, mas tarde, en el Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires.            

Obtuvo becas para perfeccionamiento en España (Universidad Complutense e Instituto de Cultura Hispánica de Madrid) e Italia, con el auspicio del Fondo Nacional de las Artes (Scuola del Piccolo Teatro de

Milano), ciudad en la que realizó la asistencia de dirección del maestro Giorgio Strehler para su puesta de El temporal de Strindberg. Asimismo, la Fundación Odol lo distinguió con el premio “Sixto Pondal Ríos”

para realizar un viaje de estudios a los principales centros culturales europeos.

Como docente se desempeñó tanto en el ámbito público (ENAD y IUNA, y en la Universidad del Salvador, en la que se le otorgó en el año 2010 el Titulo de Profesor Emérito), como en el privado (Casa del

Teatro, Ditirambo, Teatro Coliseo, Teatro de la Ranchería, Mnémesis, Andamio 90, Proscenio, etc.).   

También ocupó numerosos cargos oficiales, entre los que se destacan: Secretario de Cultura de la Asociación Argentina de Actores, Vice-rector de la Escuela Nacional de Arte Dramático, integrante de la

Dirección Artística y de la Comisión de Lectura del Teatro San Martín, miembro del directorio de Proteatro y Director General del Teatro Nacional Cervantes, en dos oportunidades. En 2013 dirigió El

organito de Armando y Enrique Santos Discépolo en el Teatro de la Ribera.

Desde 2011 desarrolló las funciones de Presidente General de la Casa del Teatro.

 

A propósito de la puesta de El organito en el CTBA, Julio Baccaro describió para la revista Teatro su método de trabajo como director, evidenciando su apertura en el

abordaje de los textos y la importancia que le daba a la participación de los actores a la hora de montar una obra: “cada artista transmite al texto su propia mirada, su

toque personal…Más que nada, me preocupo por encontrar la manera de plantear el texto a los actores, de que ellos participen también de su descubrimiento, porque cada actor

tiene su visión y quiere sumarla. Procuro que ellos contribuyan a ese armado. Aunque en la fachada figure el nombre de un arquitecto, los edificios están construidos por

muchas personas. Con los espectáculos ocurre lo mismo, más allá de quien conduzca las acciones”. Elisa Paigrot