Cautivante Griselda Siciliani en el retorno de Sugar en la calle Corrientes
Susana Giménez y Gustavo Yankelevich producen esta comedia, con un gran despliegue escénico que incluye 20 implacables artistas en escena, 25 cambios de escenografía, y una inversión inicial de $18 millones.
“Sugar” trajo de regreso el musical brillante a la avenida Corrientes en una mega producción estrenada el viernes 14 de abril, donde Griselda Siciliani entrega una Sugar Kane atrevida, que potencia el espíritu lúdico de la pieza, y tiene a la que fuera su protagonista principal, Susana Giménez, en el rol de productora junto a Gustavo Yankelevich en el Teatro Lola Membrives.
Pocos artistas y muchos periodistas en la sala durante la velada del estreno, no parecían el mejor augurio en materia de calidad de la propuesta teatral, más allá del revuelo que las apariciones públicas ( y no tanto) de Giménez suelen provocar.
La diva de los teléfonos fue acompañada por sus fieles seguidores, que esperaron dos largas horas en las afueras del teatro para verla desfilar por la pasarela de ingreso a la sala y ovacionaron su presencia, reflejo de tantas ilusiones, de riguroso negro, piel y tacones brillantes.
Apenas pasadas las 21, los brillos luminosos del telón dieron paso a la función.
“No pienses más, seguí el compás y veras que si bailas, de tus penas te olvidaras…”, canta la deliciosa Siciliani en el cuadro de apertura, casi una invitación a sumarse al juego de la desenvoltura del cabaret.
La comedia surcada por ovaciones permanentes a la rubia de los teléfonos, quien desde un palco monitoreó emocionada la función, de todos modos, apostó a despegarse de aquella exitosa versión original argentina de 1986 para contar con otra impronta el eterno cuento de los perdedores ansiosos por dejar de serlo.
Un gran despliegue escénico que incluye 20 impecables artistas en escena, más de 25 cambios de escenografía junto a una inversión inicial de 18 millones de pesos, si bien imponen su lógica de mega show, logran convivir con cierta sutileza narrativa, sin perder de vista el reconocimiento de deuda con sus referentes artísticos.
El homenaje más fuerte parece centrado en Marilyn Monroe, una de las protagonistas del filme “Una Eva y dos Adanes”, de Billy Wilder, en el que se inspira la pieza y fue interpretado en 1959 junto a Tony Curtis y Jack Lemmon.
El tono zumbón, la soltura de aquella divertida película y sobre todo ciertas marcas gestuales de la bella Marilyn, presentes en la composición de Siciliani, dan cuenta de esa cualidad.
Un desopilante Nicolás Cabré junto a un eficaz Federico D´Elía componen el triángulo protagónico de esta exitosa exitosa puesta de Broadway interpretando los papeles que 30 años atrás encarnaron Susana, Ricardo Darín (entonces “galancito” y pareja de la estrella) y Arturo Puig, que ahora oficia de director.
Aunque se trata de una comedia blanca, hay mucho de bataclana autorizada en el desempeño de la protagonista, avalado por un prestigioso recorrido previo, que incluye haber interpretado El Descueve, mítico grupo de danza y un deslumbrante trabajo en “Sweet Charity” en este mismo teatro, sólo por citar algunas de las estaciones de su recorrido, generoso en puestas alternativas.
El dejo “reo” de la bella actriz logra una perfecta comunicación con los trabajos de Cabré y D´Elia en la piel de dos vagos, entrañables en su torpeza, quienes aprovechan esa cualidad de sus personajes planteada por el texto escrito por Peter Stone, con las letras de Bob Merril y música de Jule Styne.
Cabré por momentos lleva al extramo su participación en los “equívocos” propuestos por la pieza para lograr momentos hilarantes, como el comportamiento con Siciliani en la litera, capaz de contagiar al público su disfrute del absurdo y provocar carcajadas.
Los buenos trabajos de: Roberto Catarineu, quien encarna el rol de millonario y en la versión original componía a un pandillero, ahora a cargo del eficaz Rodrigo Pedreira; Gipsy Bonafina; Florencia Viterbo al frente de las Chicas Ardorosas, una más preciosa que la otra en sus movimientos.
Las coreografías de Gustavo Wons, el maestro Negrín en la escenografía y la dirección musical de Gardilín conforman una vasta lista de destacados, pero “Sugar” es más que un gran despliegue de eficacia.
El encanto quizás resida en el desparpajo, en algo de la picardía tan presente en la obra como en la previa de la misma, con los fans esperando a la estrella televisiva que subió a saludar y felicitas a los actores luego del saludo final.
Entre ramos de flores, Su subió al escanario al terminar la función junto a Puig, quien sostuvo un enorme ramo de rosas amarillas, mientras ella felicitó a los actores y auguró un éxito.
Siciliani con su melena morocha suelta, liberada de la peluquita rubia que la acompaña durante toda la función, e infartante en un vestido de lentejuelas plateadas que sólo viste para el saludo final, lloraba emocionada, mientras Susana le decía como una madrina cariñosa: “No llores, ella (por Siciliani) tenía un sueño y lo cumplió. Todos podemos cumplir nuestros sueños”.
Luego, Susana llamó a Yankelevich para el saludo: “Vení que pusiste la plata”, pero el empresario fiel a de espíritu de bajo perfil nunca apareció sobre el tablado, y ya no estabas más en el palco que había compartido con su familia: su hijo Tomás, su nuera la actriz Sofía Reca y su mujer Rosella Della Giovampaola.