Argentina ganó el BAFICI con historia de amor y la extranjera es de DURO amor
En el jardín del Museo de Arte Español Enrique Larreta, el director del Bafici, Javier Porta Fouz, anunciaron los premios oficiales y no oficiales de esta 21° edición que terminó este fin de semana.
Los ganadores de las dos secciones más importantes resultaron ser dos óperas primas: el documental estadounidense dedicado al músico neoyorquino Peter Grudzien, The Unicorn, dirigida por Isabelle Dupuis y Tim Geraghty, un film de momentos de amor salvaje y parangonado… y la argentina Fin de siglo, del realizador Lucio Castro, una particular historia de amor, muy duradero.
Los premios de la Competencia Oficial Internacional estuvieron muy repartidos, como suele ser la costumbre, y el jurado integrado por la mexicana Estrella Araiza, la austríaca Brigitta Burger-Utzer, la sueca Christina Lindberg, la portuguesa Isabel Ruth y el argentino Sergio Wolf decidió otorgarle el lauro mayor a la mencionada The Unicorn, que será distribuida en el futuro cercano por la compañía Cinetren, a partir de un apoyo en metálico del INCAA, y estrenada en la Sala Leopoldo Lugones y el complejo Arte Multiplex Belgrano.
El Premio Especial del Jurado, en tanto, le correspondió a la coproducción entre Uruguay, Argentina y España Los tiburones, otro debut en la realización a cargo de la uruguaya Lucía Garibaldi, cuyo
lanzamiento comercial en los cines de este lado del Río de la Plata ya está confirmado para el jueves 2 de mayo. El actor y realizador francés Louis Garrel se llevó el galardón al Mejor Director de la sección con su notable juego narrativo nuevaolero, L’homme fidèle, al tiempo que los premios a la Mejor Actriz y al Mejor Actor les correspondieron, respectivamente, a Ella Smith –por su papel en el drama autobiográfico Ray & Liz, del realizador Richard Billingham – y al jovencísimo Keita Ninomiya, intérprete de uno de los miembros de la banda de niños de We Are Little Zombies, delirio del director japonés Makoto Nagahisa. Finalmente, las composiciones de la británica Mica Levi para el largometraje Monos, de Alejandro Landes, recibieron el premio a la Mejor Música Original.
Por su parte, no había lugar para demasiadas sorpresas en el terreno de la Competencia Argentina. Porque si bien este año su programación ofreció un buen nivel general, con un piso de calidad alto, también es cierto que hubo un pelotón de películas a las que se debe contar entre lo mejor del festival. Es por eso por lo que los premios de Mejor Película para Fin de siglo y el de Mejor Directora para Eloisa Solanas por su documental Las facultades pueden ser vistos como la confirmación oficial de una sensación generalizada. En el caso de Fin de siglo porque se trata de un artefacto narrativo construido con precisión, en el que las líneas de tiempo se cruzan permitiendo ver los posibles desarrollos de una misma historia de amor casi como si se tratara de universos paralelos.
En Las facultades Solaas hace gala de una gran inteligencia narrativa y cinematográfica, para realizar un acercamiento al ámbito académico a partir de una serie de estudiantes de diversas carreras universitarias durante sus procesos de estudio y evaluación. Si bien a través de ellos y de los conceptos que cada uno aborda la directora va hilvanando un relato sobre la cuestión humana desde los ángulos más diversos, su gran mérito reside sin embargo en su capacidad para transmitir al espectador el vínculo empático que la une a sus personajes.
Por su parte la Mención Especial del Jurado para Breve historia del planeta verde le hace un lugar en el palmarés nacional a la creatividad del cineasta, dramaturgo y novelista Santiago Loza, quien
utiliza la figura de un extraterrestre agonizante para construir un relato de aceptación en el que se reflejan las nuevas formas de percepción de las identidades, en un mundo atravesado por una verdadera revolución en las formas mirar, percibir y entender a los otros. Su elección es justa, dice Página 12, aunque no lo sería menos si su lugar lo ocupara Hombres de piel dura, la película en la que el cine de José Campusano reencuentra su mejor forma; o La vida en común, un poética mirada sobre los ritos iniciáticos de la infancia y la adolescencia urdida con delicadeza por Ezequiel Yanco; o La visita, que vuelve a mostrar la capacidad de Jorge Leandro Colás para retratar un paisaje social sin olvidarse que primero está el cine; o Método Livingston, el documental en el que Sofía Mora elige a un personaje extraordinario como el arquitecto Rodolfo Livingston, pero sabiendo que solo con eso no alcanza para hacer una buena película.