Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Tarantino, su salvaje film en Cannes y entretelones con Di Caprio y Pitt

Por Fernando García.- Quentin Tarantino siempre es atrevido, siempre algo salvaje. Siempre sorprende y a menudo disparata. Pero ahora se supera a sí mismo y desafía las fronteras entre ficción y realidad. La película que el cineasta estadounidense presentó anoche dentro de la competición oficial del Festival de Cannes, la esperada Érase una vez… en Hollywood, lo muestra en su versión más osada, aunque junto a algunos de sus principales fetiches de siempre, con el cine, la televisión y la estética de los años 60 y 70 en primer plano.

La acción se desarrolla en 1969. Leonardo DiCaprio encarna a un actor, Rick Dalton, que ve con desesperación cómo pierde pie en la industria. El alcohol no le ayuda. Sí lo hace, en cambio, su doble para escenas de acción, fiel amigo y servidor en el día a día, Cliff Booth, interpretado por Brad Pitt. Las historias conjuntas y separadas de estos dos personajes se van entremezclando con la de la famosa actriz Sharon Tate (Margot Robbie), vecina de Dalton en Beverly Hills. Casi todo ocurre en los meses y días previos al fatídico 9 de agosto en que la familia Manson asesina a Tate y cuatro amigos cuando ella está embarazada de ocho meses y medio y su marido, el director Roman Polanski, se encuentra rodando en Londres.

Tarantino, DiCaprio, Pitt y Robbie iniciaron el lanzamiento del filme con su presencia en la première de gala y en la alfombra roja de Cannes. Hoy retomarán la promoción ante la prensa destacada en el festival. Y de nuevo será la locura entre los periodistas, como ya lo fue ayer desde que, tres horas antes de empezar el primer pase de prensa, empezaron las colas de informadores para ver la novena creación de quien hace veinticinco años ganó aquí la Palma de Oro del certamen con Pulp Fiction .

El realizador y sus productores se pusieron algo pesados antes de esa primera proyección para los medios al pedirles que no hicieran spoilers de la película para que ésta pudiera llegar “fresca” a los espectadores. El director y su gente lanzaron primero un comunicado al respecto, en la tarde del lunes. Y, ayer, un conocido presentador leyó el mismo texto en el escenario de la sala Debussy antes de que la sesión comenzara. ¿A qué venía tanta insistencia? Bueno, viendo la película se comprende.

Pero hay cosas que sí pueden decirse sin adelantar las sorpresas de lo nuevo de Tarantino. Una es que, en gran medida, la cinta funciona como vehículo de lucimiento de DiCaprio y, en menor medida, de Brad Pitt. El veterano Al Pacino tiene un papel secundario, como el agente hollywoodiense Marvin Schwarz, y por supuesto lo borda. Además, Érase una vez en Hollywood tiene humor, violencia y buena música, como todas las obras del realizador. Y más cine que ninguna de ellas. Los homenajes y guiños se suceden sin parar, con profusión de títulos y nombres propios. El western ocupa un lugar privilegiado que incluye un espacio generoso para contar el rodaje de una película y hablar del trabajo de los actores. El infantil Rick Dalton y la alegre Sharon Tate aparecen como paradigmas de una enternecedora combinación de inseguridad y vanidad juveniles quizá propia de esos años. El filme es luminoso en sentido literal y casi ostentoso en la exhibición de la ropa, los edificios, los coches y las calles del Hollywood del momento. A las referencias al cine se suman las alusiones a dos series concretas de televisión, FBI y Bonanza. Y Tarantino expresa su cariño
a Bruce Lee con una tronchante parodia en la que el personaje de Brad Pitt le planta cara.

El largometraje, de 160 minutos, se desarrolla en un ritmo irregular. Pero todo salta por los aires en una traca final donde el cóctel de humor y violencia a lo bestia tan propio del realizador de Tennessee adquiere niveles de psicodélico delirio. Es Tarantino desencadenado. La vanguardia digital. En la foto Tarantino, Di Caprio, Pitt.-