EL SOL DEL 25 VIENE ASOMANDO
Por Daniel Giarone—-“Buenos Aires era un hervidero de las nuevas ideas, las provincias estaban un poco alejadas de esto”, afirma el historiador Norberto Galasso.
La mañana del miércoles 23 de mayo era morosa y burocrática. En el Cabildo aún se sentían los temblores de la jornada anterior, pero ya sin los ecos de la lengua todavía filosa de Castelli ni del ruido seco de cuchillos y pistolas, esos con los que la Legión Infernal quería garantizar la voluntad popular. Pero ya se sabe, en el silencio también se mueve la serpiente.
Era una mañana tranquila, decíamos, y el Cabildo se dedicaba a pasar en limpio lo ocurrido en el Cabildo Abierto del día 22. Se contaban los votos, se preparaba la convocatoria a los representantes de las provincias, se llamaba a mantener el orden público y se preparaba la designación de los miembros de la Junta. Se cocía y se bordaba. Es decir, se conspiraba. Se conspiraba contra la conspiración.
Pero esto último se hacía en silencio. De ahí lo de la serpiente. Al maravilloso público se le entregaba una maravillosa declaración pública. Un documento con sello y firma del Cabildo que según Felipe Pigna en “Los mitos de la historia argentina” decía exactamente esto:
“Hecha la regulación con el más prolijo exámen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo hasta la erección de una Junta
que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente”.
Cisneros conducción
Cornelio Saavedra era el Jefe del cuerpo de Patricios.
Lo que estimaba conveniente el Excelentísmo Cabildo no se diría hasta el día siguiente. Pero nosotros hoy, como es obvio, ya lo sabemos. Que la flamante Junta estaría integrada por por dos criollos, Cornelio Saavedra y Juan José Castelli; por dos españoles, el sacerdote Juan Nepomuceno y el comerciante José Santos Incháurregui; y por… Baltasar Hidalgo de Cisneros.
Lo que hicieron los vecinos de Buenos Aires con los bandos que comunicaban la buena nueva lo sabremos mañana, es decir el 24 de mayo. Por ahora el historiador Norberto Galasso adelanta a Télam que “el Virrey logró hacerse nombrar presidente de la Junta y comandante de armas, lo que encendió la furia de los patriotas”.
“Se crea la idea de una Junta con cinco miembros. Dos representantes de la derecha y Castelli y Saavedra como representantes de las nuevas ideas. Pero como quinto integrante se designa al Virrey”, subraya.
El autor de “La larga lucha de los argentinos” cree que “Castelli y Saavedra quedaron un poco desconcertados con esta Junta. Saavedra porque no quería cambios muy importantes. Pero lo cierto es que en un primer momento Castelli también la acepta”.
Más allá de Buenos Aires
“Si en ese momento Buenos Aires era un hervidero de las nuevas ideas, las provincias estaban un poco alejadas de esto. Eran organizaciones sociales más bien tranquilas, sin idea de los nuevos cambios. Por eso la convocatoria a los representantes de las provincias tenía su doble filo”, explica Galasso.
El llamamiento fue hecho por el Cabildo Abierto del 22 de mayo, lo que no se modificaría con la caída definitiva del Virrey y la elección de una nueva Junta tres días después. Lo que se agregaba era complejidad. Una complejidad que marcaría la historia argentina.
El ensayista explica que “algunos de los integrantes de esas provincias, como los obispos, por ejemplo, y en general la Iglesia, van a crear las condiciones para el desplazamiento de Moreno, junto a los sectores más conservadores”.
“También van a intentar, por ejemplo, hacer la Junta Grande, para que a fines de 1810 la Primera Junta se convierta en la Junta Grande, que exprese una posición conservadora, donde los cambios sean solamente formales”, apunta. (Télam)