Una creación periodística de Luis Pedro Toni

Solita Silveyra y Verónica Llinás hablan de la comedia que harán

Verónica Llinás, que a partir de este viernes, a las 19.30, interpretará junto a Soledad Silveyra un tenso y disparatado encuentro entre dos hermanas después de 20 años en la comedia “Dos locas de
remate”, pieza española adaptada por Manuel González Gil que desembarcará en el Teatro Astral, asegura que “es un compendio de todas las anormalidades que puede tener una familia”.

“Lo mejor de volver al teatro es conectar con la fantasía, con el pensamiento, salir un rato de la realidad, que es muy agobiante y, en el caso de esta obra, conectarse con la realidad pero desde otro lugar porque las relaciones intrafamiliares, la locura, también es la realidad”, apunta Llinás a Télam, sentada en el sillón de la escenografía del Teatro Astral.

A su lado, mientras apura un café, Soledad Silveyra agrega: “¿Quién no se ha peleado con su hermano? En algún lugar, el público se va a identificar con la obra”.

“¿Quién no está un poco loco también, no? -redobla Llinás-, en cualquier familia que empieces a rascar un poquito no es normal, esto es un compendio de todas las anormalidades juntas y eso es lo que tiene de particular”.

Es un lunes feriado de frío y afuera, sobre la Avenida Corrientes, coexisten carteles de inmobiliarias ofreciendo locales cerrados con marquesinas de teatros que anuncian el regreso de las funciones presenciales. Una de ellas es “Dos locas de remate”, pieza del español Ramón Paso adaptada por Manuel González Gil, cuyo estreno estaba previsto para el 15 de abril pasado pero fue suspendido por el aumento de casos de coronavirus.

El espectáculo que en España llevó el título “El reencuentro” narra, en clave tragicómica, la historia de dos hermanas que se reencuentran después de dos décadas en una convivencia forzada y deberán superar su pasado para poder pensar un futuro juntas.

“No queríamos hacer un teatro liviano, de dos hermanas que se putean y punto. Una cosa rápida. Queríamos encontrarle la verdad y ahí nos metimos en un quilombo porque es muy difícil encontrarla en algo tan disparatado.”

SOLEDAD SILVEYRA

Aquí, la propuesta reunirá por primera vez a dos actrices de vasta trayectoria que un rato antes del ensayo conversan con esta agencia sobre el proceso de trabajo conjunto.

Télam: ¿Qué pensaron cuando leyeron por primera vez esta obra?

Soledad Silveyra: A mí la propuesta me interesó porque estaba Vero, porque la dirigía Manuel, porque era viernes, sábado y domingo, no era toda la semana. Si bien me pareció rarísima, dije “La Llinás va a estar genial”.

T: ¿Por qué rarísima?

SS: Porque es rarísima para abordarla, exigió un proceso de muchísimo aprendizaje, sabía que me iba a encontrar con una mujer enorme, una actriz que respeto profundamente, y si bien no me gusta el grotesco, no me causa gracia, tal vez por limitaciones propias, ella me cae muy bien, es muy graciosa y dije: “vamos: a jugarse”. Pero me costó, pasé por muchos estados, me encontré con muchísimas limitaciones porque es muy difícil el estilo de la obra.

Verónica Llinás: A mí también me pasó que al principio me pareció todo muy disparatado, muy arriba, demasiado, que iba a ser increíble hasta que se la di a leer a un amigo, que fue mi pareja y siempre estuvo muy cerca de todo lo que hice, que me conoce, se la di como diciendo “no va a pasar” y me dijo: “Nunca me divertí tanto con un material”. Y ahí empecé a leerla con otros ojos. Él había percibido un lugar del absurdo que yo no había podido ver.

T: ¿Qué habías visto vos?

VLL: La dificultad de la locura, muy difícil de crear, que iba a ser increíble, pero después la leí de nuevo y me empecé a cagar de risa con la obra. Y dije “todo es cuestión del tono en que se lo lea”.

SS: Por eso fue tan dificultosa la tarea creativa de las dos. No queríamos hacer un teatro liviano, de dos hermanas que se putean y punto. Una cosa rápida. Queríamos encontrarle la verdad y ahí nos
metimos en un quilombo porque es muy difícil encontrarla en algo tan disparatado.

T: ¿Cómo son sus personajes?

SS: Mi personaje se queda en la calle y va a la casa de su hermana que es una violinista exitosa y loca.

VLL: Mi personaje está lleno de manías, TOCs, es como una sociópata que vive sola y muy aislada del mundo. Solo va a tocar el violín cuando tiene que hacerlo y tiene una asistente alemana que le salva la vida, que respeta todas sus manías y el orden de sus cosas y que justo ese día no puede ir a trabajar. Eso coincide con la llegada de esta hermana que perdió todo, que quedó en la calle, y que fue la que se hizo cargo de la madre de ambas en su momento, porque mi personaje se borró. Así que de pronto se encuentran y se necesitan de algún modo. Tienen una vida de mierda pero lentamente empieza a salir todo y a generarse cambios y un vínculo que no existía, se modifican las dos. Eso es lindo.

T: ¿Cómo fue trabajar juntas una comedia de una obra que, según dicen, exige un ‘timing’ de actuación muy aceitado?

SS: Nunca habíamos trabajado juntas y somos dos actrices de formaciones completamente distintas. Yo dije que sí porque era ella y porque de entrada pensé: “Acá la protagonista es ella”.

VLL: Yo supuestamente estoy más en mi terreno pero hay algo que se encontró en la obra y que Sole trae como bagaje: una potencia emocional muy fuerte que sin eso la obra se caería, sería más frívola. A mí me toca llevar adelante un personaje nada emotivo, alguien que tiene bloqueada la emoción, cruel, soberbia. Y acá hay que aprender a trabajar con las inseguridades a pesar de que tenemos 80.000 años de escenarios, pero eso es lo más lindo del trabajo: aprender a dialogar en escena.

T: ¿Cómo palpitan esta vuelta al teatro en este contexto pandémico?

SS: Es seguir empujando la rueda. Hemos pasado emocionalmente por muchas cosas, estamos agotadas de laburar, de que nos paren, de volver. Tenés que ponerte en acción y a la vez pensar en la nueva
cepa, en los casos, en las vacunas… es difícil.