“Carajita”, un relato argentino-dominicano preciso de ricos y pobres en Centroamérica
Proyectada para la prensa que asiste al desarrollo del 36 festival de
Mardel en la imponente sala del Teatro Auditorium, la coproducción
entre Argentina y República Dominicana transcurre en el país caribeño.
Por Hugo F. Sánchez—“Nuestras convicciones políticas jugaron un
papel importante en la elección de la premisa”, dice la directora
Silvina Schnicer
La relación entre una adolescente y su niñera desde siempre, los
vínculos entre diferentes clases sociales y un crimen que rompe esa
frágil convivencia, son los temas que aborda “Carajita”, la película
de Silvina Schnicer y Ulises Porra que participa en la Competencia
Latinoamericana del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Proyectada para la prensa en la imponente sala del Teatro Auditorium
en una mañana radiante en Mar del Plata (por la tarde tendrá su
primera pasada para el público en la sala 4 del Paseo Aldrey), la
coproducción entre Argentina y República Dominicana transcurre
justamente en el país caribeño, en donde el sol siempre presente
parece indiferente a las feroces desigualdades sociales.
Un accidente fatal determina un giro en el relato, que se convierte en
un retrato preciso de las relaciones entre ricos y pobres, de la
impunidad y sobre todo del lugar real que ocupa cada una de las clases
sociales
“La familia rica, la familia pobre, el barrio popular, el círculo de
privilegios, cada universo tiene sus normas y empuja a los personajes
a actuar de determinada forma”, afirma el catalán Ulises Porra en
comunicación telefónica con Télam desde España, en donde reside junto
a su compañera, la argentina Silvina Schnicer, con quien ya había
hecho “Tigre” en 2017.
Las protagonistas de “Carajita” son la adolescente Sarah (Cecile van
Welie) y su niñera Yarisa (Magnolia Núñez), que crió a la chica como
su hija. El vínculo entre ambas parece indestructible, hasta que entra
en escena Mallory, su hija biológica, a la que desatendió por estar
ocupada con Sarah.
Un accidente fatal determina un giro en el relato, que se convierte en
un retrato preciso de las relaciones entre ricos y pobres, de la
impunidad y sobre todo del lugar real que ocupa cada una de las clases
sociales, más allá del cariño genuino que pudo establecerse a través
de los años.
“Es innegable que nuestras convicciones políticas jugaron un papel
importante en la elección de la premisa”, dice Schnicer y aclara:
“Tratamos de concentrarnos en la humanidad de los personajes, en sus
rasgos contradictorios y no resueltos”.
Télam: La construcción de ese pequeño universo entre la nana y la
chica de clase alta de alguna manera fractura el origen de cada una.
Esta dinámica es el centro de la historia que contaron, ¿coinciden con
esa mirada?
Ulises Porra: Sí, nosotros queríamos retratar una relación de apego y
ternura entre Sarah y Yarisa. Son dos seres que se encuentran el uno
al otro en el límite de dos mundos, y en esa frontera construyen,
efectivamente, un pequeño universo que les es propio. A pesar de que
las dos están esculpidas por sus circunstancias y por sus orígenes, de
algún modo encuentran el afecto y la contención para definirse en este
mundo, para seguir adelante. El reto era que la pureza de la relación
entre ambas debía impregnar el inicio de la película, ya que sería,
precisamente, lo que se pondría en cuestión con los eventos
subsiguientes.
T: ¿Cómo fue el trabajo para que la película incluyera todo lo que
querían contar sobre dos clases sociales bien diferenciadas y esquivar
la obviedad del panfleto?
Silvina Schnicer: Fue difícil. Es innegable que nuestras convicciones
políticas jugaron un papel importante en la elección de la premisa. A
partir de ahí, tratamos de concentrarnos en la humanidad de los
personajes, en sus rasgos contradictorios y no resueltos. Para
nosotros, si se posa el ojo sobre una persona, sobre cualquiera de
ellas, en su especificidad más íntima, en su fragilidad, siempre puede
generarse un momento de empatía, de comprensión. Nos manejamos con
prudencia, durante la edición saltaban constantemente situaciones
donde la mirada seguía juzgando, por eso hicimos un ejercicio de poda
constante. El desenlace tiene más que ver con el sistema que con sus
acciones concretas.
T: “Carajita” complejiza las relaciones que no son lineales e incluso
tienen mucho de una tensa endogamia entre ricos y pobres, débiles y
poderosos.
UP: Para nosotros siempre es importante diferenciar a los personajes
del sistema al que pertenecen. Durante la escritura, tratamos de
abordar su construcción desde aquello que les falta, desde su
vulnerabilidad. Los sistemas a los que pertenecen, en cambio, nos
interesan en cuanto a su inflexibilidad, la rigurosidad de sus
condiciones. La familia rica, la familia pobre, el barrio popular, el
círculo de privilegios, cada universo tiene sus normas y empuja a los
personajes a actuar de determinada forma. Combinar ambas maneras de
aproximarse, por un lado a los personajes y por otro a los sistemas a
los que pertenecen, siempre nos ha parecido un punto de partida
interesante.
Las protagonistas de “Carajita” son la adolescente Sarah (Cecile van
Welie) y su niñera Yarisa (Magnolia Núñez), que crió a la chica como
su hija. El vínculo entre ambas parece indestructible, hasta que entra
en escena Mallory, su hija biológica
T: La película tiene elementos del drama social, el thriller político
y el cine negro. ¿Cómo llegaron a esa estructura de relato?
UP: Durante la escritura del guion fuimos incluyendo mecanismos de
género porque nos permitían contar mejor la historia. El punto de giro
de la película era tan extremo que, si no nos manejábamos con
prudencia, nos empujaba constantemente a contar un drama de naturaleza
cruel, un pozo sin fondo donde cualquier matiz se hacía imposible.
SS: A partir de cierto momento, Sarah y Yarisa ya no están juntas en
el mismo espacio. Así se abrió la posibilidad de usar estos elementos
de género, que nos permitían contar lo mismo de forma más sutil, más
sensorial, más coral y más política.
T: ¿Qué significa para ustedes que la película participe en el
Festival de Mar del Plata, cuáles son sus expectativas?
SS: Al Festival de Mar del Plata lo sentimos como nuestra casa, para
nosotros es un gran honor ser parte de su programación, solo podemos
estar agradecidos y orgullosos. Quisiéramos que la película pueda ser
vista y disfrutada por la gente que queremos, por la gente de cine de
la que aprendemos día a día y que nos ayuda a crecer; es gente a la
que queremos y que nos inspira.
Además, ser parte de la sección Latinoamericana nos parece una gran
oportunidad para darle proyección a la película en la región. Es una
satisfacción enorme también formar parte de una sección repleta de
películas, realizadoras y realizadores a los que admiramos.