La piba de barrio que se quedó sin taxista por una Helguera Paz
Por Hector Puyo.—“Rolando Rivas, taxista”, telenovela emblemática,
popular, romántica y marcadamente porteña, que con la pluma maestra de
Alberto Migré entretejió historias diversas con el nudo amoroso de la
pareja central, Claudio García Satur y Soledad Silveyra, cumple este
lunes 7 de marzo 50 años de su primera emisión.
Eran épocas en que la televisión argentina buscaba nuevas formas para
sus ficciones gracias a una tecnología que facilitaba salir de los
decorados de estudio y encontrar en la Ciudad de Buenos Aires un
escenario infinito, propicio a la imaginación del maestro Migré, un
mago de la narración como pocos.
En la ficción, Rolando era un porteño de gran corazón que vivía en el
barrio de Boedo, recorría las calles con su vehículo y estaba de novio
con una chica costurera (Mabel Landó) muy vigilada por su padre
(Antuco Telesca), hasta que una tarde una adolescente adinerada,
Mónica Helguera Paz (Soledad Silveyra), subía al coche con su carga de
angustia y prepotencia.
A la altura de “Rolando Rivas, taxista”, Migré ya había dado títulos
como “Dos a quererse”, “Tu triste mentira de amor”, “Teleteatro
Palmolive del aire”, “Su comedia favorita” y “Me llamo Julián, te
quiero” e incursionado en la televisión de Brasil
Es entonces cuando la historia de amor de Rolando y Mónica estalla: a
partir de ese momento se cruzan las pasiones con las diferencias de
clase y de culturas, con la consecuencia de que el nombre Mónica
Helguera Paz aún resuena en el oído popular como representante del
poder y el capricho.
Ese apéndice de la vida cotidiana que son los transportes públicos,
con sus dificultades, historias grises y desventuras de cualquier
tipo, demostró que las tramas se podían desarrollar fuera de las
cuatro paredes habituales en las que se enfrentaban, chocaban y se
fundían las clases sociales y los amores que surgían en el medio.
Emitido por Canal 13 en forma semanal, aquel capítulo del 7 de marzo
de 1972 marcó un hito y una tendencia: aprovechó el antecedente de
“Estación Retiro”, con Luis Dávila, Beatriz Día Quiroga y Susana
Campos, lanzada un año antes y se proyectó hacia 1978, cuando Claudio
Levrino y Gabriela Gili interpretaron “Un mundo de 20 asientos”.
Rolando Rivas, taxista
VER VIDEO
Ningún caso fue tan paradigmático como el de “Rolando Rivas…”,
ninguno tan recordado por las generaciones que lo siguieron a través
de aquellas pantallas chicas en blanco y negro, porque Migré tenía la
ventaja y la felicidad de haber practicado su oficio de libretista de
radio desde sus 15 años, cuando escribió una historia para Chela Ruiz,
y ser, además, uno de los pioneros de la TV argentina en la materia.
Ya en 1962, cuando aún escribía para el micrófono, mostró sus virtudes
para el nuevo medio en los ciclos “Teleteatro Odol” y “Silvia muere
mañana”, en el segundo caso con el protagonismo de Nora Cullen y
Atilio Marinelli; antecedentes que le sirvieron para cimentar “El 0597
está ocupado”, que en 1963 fue, en su versión propia, el primer
culebrón que se emitió en Colombia.
A la altura de “Rolando Rivas, taxista”, Migré ya había dado títulos
como “Dos a quererse”, “Tu triste mentira de amor”, “Teleteatro
Palmolive del aire”, “Su comedia favorita” y “Me llamo Julián, te
quiero” e incursionado en la televisión de Brasil.
Durante sus últimos años, querido y venerado como el padre de los
libretistas, Migré fue presidente de la Sociedad General de Autores de
la Argentina (Argentores), desde donde luchó denodadamente aunque sin
suerte contra las nuevas formas de “fabricar” libretos para
teleteatros, con un coordinador a la cabeza y varios escribas en el
anonimato: él era un artesano que diseñaba los personajes y sus
peripecias y sabía a ciencia cierta adónde quería llevarlos.
La historia del “tachero”, que alcanzaba 40 puntos de rating cuando
solo existía la TV por aire, se emitía los martes por la noche y es
considerada la telenovela más exitosa y recordada de la televisión
vernácula
La historia del “tachero”, que alcanzaba 40 puntos de rating cuando
solo existía la TV por aire, se emitía los martes por la noche y es
considerada la telenovela más exitosa y recordada de la televisión
vernácula; la primera que dado su éxito rotundo tuvo una segunda
temporada aún al costo de cambiar su protagonista femenina: Nora
Cárpena pasó a ocupar el lugar de Silveyra, contratada para otro ciclo
en la misma emisora.
Era también la primera vez en la que los varones formaban parte del
público fiel de una telenovela, que además incluía el lenguaje
coloquial porteño -antes casi prohibido y del que Migré fue impulsor
ya en sus tiempos de radio- y tenía referencias a la historia social y
política del país, que en 1972 distaba de ser apacible.
En el último capítulo de 1973, Migré apareció como actor en el papel
de un pasajero del taxi, para repetir una situación que casi siempre
disparaba historias paralelas o alejadas de la pareja protagónica, una
modalidad que con los años fue recogida y adaptada en productos de
Polka y similares.
La pareja que conmovió a la Argentina.
La telenovela original tuvo otras versiones, entre ellas la de 1988,
“Ella contra mí”, con Gustavo Garzón y Carolina Papaleo; y la versión
brasileña en portugués “Antonio Alves, taxista”, grabada en la
Argentina.
En su segunda temporada (1973), “Rolando Rivas…” manda de viaje a la
tal Mónica y entra en su lugar Natalia, una mujer separada
interpretada por Nora Cárpena, quien junto a su pequeño hijo parece
llenar de felicidad la vida del taxista, porque alguna vez las cosas
deben terminar bien… Solo que Rolando no puede olvidar a Mónica, su
perdido amor.
Como el éxito no se podía desperdiciar, “Rolando Rivas, taxista” se
transformó en película en 1974 -cuando el público iba a las salas a
ver en colores las historias que conocía en blanco y negro- y allí
García Satur, cuyo personaje había enviudado, volvía a encontrarse con
el de Solita Silveyra, ahora azafata de una línea aérea, para que la
pasión volviera a encenderse.
El oficio y el oído para captar el habla popular de Migré siguió
rindiendo frutos a través de los años; algunos ejemplos de ello son
“Piel naranja” (1975) con Arnaldo André, Marilina Ross y Fernanda
Mistral; “El Rafa” (1980), con Alberto de Mendoza, Carlos Calvo y
Alicia Bruzzo; “Cuando vuelvas a mí” (1986), con Arturo Puig y Ana
María Cores; “Una voz en el teléfono” (1990), con Carolina Papaleo y
Raúl Taibo; y “Leandro Leiva, un soñador” (1995), con Miguel Ángel
Solá y Marita Ballesteros.telam