Estreno de film argentino con brujas y bemoles
Llegó al cine Gaumont Hékate, la guía de las brujas, el segundo
largometraje argentino de Nadia Benedicto en el que se mete de lleno
en una tan delicado como actual: la violencia de género. El estreno
tiene lugar a más de tres años del inicio del rodaje, que se llevó a
cabo entre marzo y abril de 2019 en la Ciudad de Buenos Aires, Villa
Epecuén y Carhué. Pero antes, fue presentada en varios festivales
nacionales e internacionales y fue reconocida como Mejor Película en
el 46º Atlanta Film Festival en 2021 y el 23º Cine las Américas
International Film Festival en Estados Unidos.
“Me basé en la Hékate que se veneraba como la madre guía de las
brujas, recuperando la brujería como poder femenino”, explicó la
directora y guionista, quien se basó en la historia de violencia que
atravesó su abuela para montar una especia de venganza feminista en la
que los rituales y las brujas tienen un rol determinante. “Era algo
que estaba gritando por dentro. Más allá de que es un tema súper
preocupante y una problemática mundial, tuvo un origen muy personal,
sabiendo que también podía tener una resonancia general”, señaló e
hizo hincapié en que su trabajo busca generar preguntas, más que
brindar respuestas.
La película cuenta la historia de Helena (Sabrina Macchi) y Kira
(Rosario Varela), dos mujeres que escapan de la ciudad luego de ser
víctimas de un episodio de violencia de parte de Juan (Federico Liss),
el novio de Helena, a quien llevan amarrado y anestesiado en el baúl
del auto. El desagradable momento que viven hace que las mujeres se
unan con un estrecho lazo en el que se destaca la sororidad, el
compañerismo y el amor, en medio de tanta oscuridad.
Para llevar a cabo este proyecto, Benedicto formó un equipo formado
casi en su totalidad por mujeres. “No fue una elección, sino una
necesidad. Suelo tener mucho más química para trabajar con mujeres. Se
dio así por las personas a quienes llamé, que la mayoría son muy
amigas. Sobre todo porque me parecía muy importante para contar esta
película”, planteó. Mientras que para los actores, esto generó una
dinámica especial en el set de filmación.
“En el cine las cabezas de equipo suelen ser varones y fue alucinante
poder compartir tanto con las chicas. No quería que me identifiquen
con mi personaje”, confesó Liss y destacó que su papel le resultaba
atractivo por lo “odioso” que es, pero también por la forma en la que
pudo abordarlo, en escenas de extrema violencia.
Por su parte, tanto Varela como Macchi hicieron hincapié en la
sensibilidad del equipo, más allá del género de sus integrantes, y en
la confianza que desarrollaron a lo largo de los ensayos y los ratos
libres que tuvieron durante las tres semanas de rodaje. Sobre todo,
cuando salieron de la Ciudad de Buenos Aires. En contraposición con
todo lo positivo de esta experiencia, ambas coincidieron en que no fue
difícil encarnar a mujeres víctimas de la violencia machista, ya que
en su vida han pasado por situaciones desagradables.
Más allá de los estragos que ha causado en la industria cultural, la
pandemia le jugó a favor al proyecto, ya que la directora se tomó todo
el 2020 para volver sobre la edición y efectuar algunos retoques que
concluyeron en una película sólida, con un argumento fuerte bien
ejecutado por todas las partes involucradas.NA-Belén Canonico-Foto
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